(Aci Prensa) Ante miembros de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, a los que recibió en audiencia en el Vaticano este viernes 16 de noviembre con motivo de su asamblea general celebrada en Roma, el Santo Padre también afirmó que, además del martirio de sangre, «existe también un ‘martirio blanco’, como por ejemplo el que se produce en los países democráticos cuando la libertad religiosa se limita».
En su audiencia, el Pontífice también reflexionó sobre la misión de esta Orden: «No olvidéis que no sois un ente filantrópico comprometido a promover una mejora material y social de los destinatarios. Estáis llamados a poner en el centro, y como objetivo final de vuestra obra, el amor evangélico al prójimo para testimoniar en todo lugar la bondad y el cuidado con que Dios ama a todos».
El Papa destacó la importante labor educativa y sanitaria que la Orden desempeña en Tierra Santa: «Es un bonito signo vuestra iniciativa en el campo de la formación y de la asistencia sanitaria abierta a todos, con independencia de la comunidad de pertenencia y de la religión profesada».
De esta manera, «contribuís a allanar el camino hacia el conocimiento de los valores cristianos, la promoción del diálogo interreligioso, el respeto mutuo y la comprensión recíproca. En otras palabras, con vuestro compromiso, también vosotros ofrecéis vuestra aportación para la construcción del camino que llevará, todos lo sabemos, a la paz en toda la región».
En su discurso, el Santo Padre resaltó la importancia de la formación espiritual en las acciones pastorales de la Orden. «El continuo crecimiento de la Orden depende de vuestro incesante y siempre renovado compromiso. Para ello, es importante no olvidar que el objetivo principal de vuestra Orden reside en el crecimiento espiritual de sus miembros».
Por lo tanto, «todo éxito de vuestras iniciativas ni puede prescindir de adecuados programas religiosos dirigidos a todos los caballeros y a cada una de las damas con el fin de consolidar su imprescindible relación con el Señor Jesús, sobre todo en la oración, en la meditación de las Sagradas Escrituras y en la profundización de la doctrina de la Iglesia».
«Sobre todo, es obligación vuestra, dirigentes, ofrecer el ejemplo de intensa vida espiritual y de concreta adhesión al Señor: podréis así ofrecer un válido servicio de autoridad a todos los que dependen de vosotros», concluyó.