(CatholicPhilly/ACI) El Arzobispo de Filadelfia (Estados Unidos), Mons. Charles Chaput, advirtió que «la palabra castidad casi no aparece» en el documento de trabajo del Sínodo de los Jóvenes que se realiza en el Vaticano.
«Como una joven lo dijo: debajo de toda la información social y la verbosidad, el instrumentum laboris (IL-documento de trabajo) se trata al final de cuentas y calladamente, de sexo. Y es especialmente extraño que la palabra ‘castidad’ casi no aparece en el texto del IL. Además la Humanae Vitae y la teología del cuerpo están completamente ausentes», dijo Mons. Chaput en una entrevista concedida a Adam Sosnowski para una revista polaca y que el diario de la Arquidiócesis de Filadelfia, CatholicPhilly.com publicó el 17 de octubre.
La palabra castidad aparece una sola vez en el texto en el numeral 103, que se refiere al testimonio de los consagrados para atraer a más jóvenes.
En el Instrumentum laboris no aparece mención alguna a la Humanae Vitae, encíclica de San Pablo VI que advirtió sobre los males de la anticoncepción en el mundo; así como tampoco la teología del cuerpo que promovió San Juan Pablo II para un mejor entendimiento de la sexualidad humana.
Ningún Sínodo tiene autoridad para cambiar la doctrina
Al ser preguntado sobre un posible cambio en la doctrina de la Iglesia o en su interpretación, el Arzobispo precisó que «ningún Sínodo tiene la autoridad para cambiar las enseñanzas fundamentales de la Iglesia, tampoco ningún Papa. En materia de interpretación, la pelea no declarada del Sínodo de 2018 se refiere a la moral sexual católica».
Sobre el momento en que se realiza el Sínodo, el Arzobispo consideró que «es inoportuno. Postergarlo para después habría sido sabio, pero el Santo Padre es quien toma esas decisiones considerando que planear un Sínodo es muy complicado y difícil de cambiar».
El pasado 30 de agosto, Mons. Chaput dijo en una conferencia en el Seminario San Carlos Borromeo que le escribió al Papa Francisco para pedirle «cancelar el próximo Sínodo de los Jóvenes». «Ahora mismo, los obispos no tendrían absolutamente ninguna credibilidad al referirse a este tema», agregó entonces.
Escándalo McCarrick
En la entrevista publicada ayer por el CatholicPhilly, el Prelado dijo que en Estados Unidos «el escándalo originado por el Arzobispo (Theodore) McCarrick ha hecho mucho daño, especialmente en la credibilidad de los obispos. La única forma en la que podemos reparar eso es siendo absolutamente transparentes y honestos sobre el problema de los abusos y nuestros esfuerzos para lidiar con él».
Theodore McCarrick es el Arzobispo Emérito de Washington. Tras una investigación realizada por la Arquidiócesis de Nueva York se consideraron creíbles las acusaciones de abusos en su contra. El 28 de julio el Pontífice aceptó su renuncia al Colegio de Cardenales. Ahora el excardenal vive una vida de penitencia y oración en un convento franciscano en Kansas.
El «asunto» LGTB e ideología de género
Sobre el tema de la homosexualidad, el Arzobispo Chaput señaló que «no hay nada de malo en hablar del tema. Al contrario, es un asunto natural para el debate mientras la enseñanza católica sobre la sexualidad humana se explique fielmente y se reconfirme, sin ningún tipo de compromiso o ambigüedad».
«Y en eso los elementos del documento de trabajo son lamentablemente débiles. La sigla ‘LGBT’ (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) no deben ser usadas en un documento de la Iglesia para describir a la gente ya que la Iglesia nunca ha identificado a las personas por sus apetitos sexuales, ni las ha reducido a sus inclinaciones sexuales. La sigla ‘LGBT’ podría ser aceptable para describir temas, pero no personas», resaltó Mons. Chaput.
El Arzobispo de Filadelfia también denunció que actualmente las familias son atacadas por la «ideología de género que es simplemente una expresión de la mentalidad tecnológica y su sesgo al tratar cualquier materia, incluido el cuerpo, como materia prima para la voluntad humana. La ideología de género asume además una definición de la ‘persona humana’ muy distinta a la creencia cristiana».
«En el corazón de la ideología de género hay un resentimiento por la debilidad y las limitaciones del cuerpo. Al centro de los ataques contra la familia está el odio a la dependencia mutua que las familias exigen y una desconfianza del amor en la familia que sella sus lazos como una unidad. Al final, todas las aberraciones y disfunciones sexuales terminan en un rechazo de la creación o del orden natural establecido», explicó el Arzobispo.
Además, continuó, en el mundo de hoy «escondemos la desesperanza bajo una capa de bulla, distracción y apetitos consumistas» ya que Dios se ha hecho extraño «no por algo raro que Dios haya hecho sino por el mal que nos hemos causado a nosotros mismos sin que Dios nos detenga».
Tecnología y Esperanza
A pesar de todo «la Iglesia sobrevivirá y continuará su misión, pero para hacer eso primero necesita reconocer que la cultura que Ella ayudó a crear ya no es útil para ella y las razones. Como Iglesia, aún no vemos nuestra realidad clara y críticamente».
Para poner un ejemplo, el Arzobispo señaló que «el documento de trabajo del Sínodo habla sobre los jóvenes, los efectos de las redes sociales y el ‘continente digital’, pero no tiene idea de las dinámicas más profundas que Del Noce menciona».
El Arzobispo de Filadelfia se refiere al filósofo italiano Augusto Del Noce, que escribió un ensayo titulado «Civilización tecnológica y Cristianismo» para explicar que la gente de hoy «ha tratado de superar la desesperanza con ciencia y tecnología, que producen muchas buenas cosas, pero también nos ha centrado en este mundo lejos de lo sobrenatural».
«Como resultado, la dimensión religiosa del hombre y nuestro sentido de lo trascendente, lentamente se seca y desaparece», señala.
De ese modo, advierte Mons. Chaput, «la civilización tecnológica no persigue la religión, al menos no directamente. No la necesita. Hace a Dios irrelevante».
«El documento de trabajo, en su forma original, es una colección de información de ciencias sociales con muy poco celo evangélico. Habla constantemente sobre el acompañamiento, que es importante, pero casi no contiene una enseñanza confiable. No puede y no convertirá a nadie. Espero que los padres sinodales puedan corregir esto».
El Arzobispo también explicó que para hacer frente a la cultura mediática de hoy, los católicos «deben vivir diferente, practicando lo que dicen creer. No hay un arreglo rápido. Somos una familia de fe (…) y necesitamos actuar como tal».
Tras recordar que los sacerdotes son «pecadores como todo el mundo», el Prelado dijo que «todos somos iguales en el Sacramento del Bautismo: laicos, religiosos y clero. Pero como en toda familia tenemos distintas tareas».
«El pegamento que unifica toda esta empresa es el amor. Si no nos respetamos y no nos queremos los unos a los otros, y lo mostramos con nuestra conducta, todo se cae», precisó.
El Arzobispo de Filadelfia resaltó asimismo que la «Iglesia en Estados Unidos todavía es fuerte comparada a la vida católica en casi cualquier otro país ‘desarrollado’», pero «estamos perdiendo a los jóvenes. Allí hay un desafío enorme para el futuro».
El Prelado destacó el testimonio de San Juan Pablo II, cuya visita a Denver en 1993 «modeló la fe de una generación entera». «Necesitamos este tipo de cristianismo ahora más que nunca: una combinación de coraje, celo por Jesucristo, inteligencia rigurosa y creencia sincera».
«El compromiso de Karol Wojtyla con la dignidad humana, con los no nacidos, con la sacralidad de toda vida y su teología del cuerpo son todas cosas que aún resuenan profundamente en los católicos de Estados Unidos», subrayó.