(Zenit/InfoCatólica) Ambos dicasterios vaticanos han considerado oportuno «reiterar alguna evidencias antropológicas básicas», de las que se desprenden varias consideraciones, que contribuyen a un discernimiento ético en ese ámbito tan complejo del mundo económico financiero.
«Este discernimiento ya es improrrogable si no queremos deslizarnos hacia un colapso social a nivel mundial, con consecuencias devastadoras», ha señalado el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Luis Francisco Ladaria Ferrer, en la presentación del documento.
El arzobispo jesuita español ha indicado que se trata de un texto destinado principalmente a los operadores económico-financieros competentes, de hecho interpela a todas las mujeres y los hombres de buena voluntad.
Promover el bien común
Del mismo modo, el Card. Peter Kodwo Appiah Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, ha indicado que por su parte, el Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral tiene como objetivo promover el bien común y el bienestar / florecimiento de la humanidad.
El cardenal ha indicado que para promover el desarrollo humano integral, la Iglesia quiere asegurar que los sistemas políticos, económicos o financieros respeten la dignidad de cada persona. Sin embargo, la dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de un Dios trinitario, se configura en la coexistencia con los otros para buscar el bien común. Y esto es así a través de una red de relaciones; las relaciones con Dios, con nuestros vecinos y con toda la creación (véase Laudato Si ‘, 66). La forma en que construimos y vivimos estas relaciones ayuda o dificulta la realización humana.
Verdadero sentido de la economía
Un aspecto clave de la convivencia, como bien sabe toda familia, es administrar de la mejor manera posible. Dado que vivimos en una casa común –ha desarrollado el Prefecto Turkson– como una familia mundial que aspira a coexistir bien, necesitamos administrar o gestionar los bienes de esa casa, el planeta, de la mejor manera posible. Esto es lo que realmente significa la palabra «economía»: oiko-nomics, la forma en que organizamos, administramos o dirigimos nuestro hogar. Cuando lo hacemos teniendo en cuenta nuestro destino común, nuestra pertenencia común, podemos desarrollar nuevas convicciones, actitudes y formas de vida (véase Laudato Si ‘, 202), y nuevos sistemas económicos que promueven el verdadero, esto significa integral, desarrollo humano.
«Esto es lo que nuestro documento conjunto quiere enfatizar» ha aclarado Mons. Peter Turkson. En una casa donde reina el individualismo, sus miembros no pueden florecer integralmente. De forma análoga, en un mundo donde el individualismo predomina, el desarrollo humano integral se vuelve impensable. De ahí que un sistema económico sano sea de vital importancia para forjar el crecimiento de las relaciones humanas. Para contribuir a generar ese sistema sano, este documento conjunto nos recuerda que los recursos del mundo están destinados a servir a la dignidad de la persona humana y deben estar comúnmente disponibles para el bien común.