(InfoCatólica) En dos entrevistas, concedidas al Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung y RPOnline, el cardenal indica que Marx supo ver que la «prosperidad y el beneficio no son todo lo que debe orientar a una sociedad».
El purpurado asegura que se sintió profundamente impresionado al leer la obra más importante de Karl Marx, El Capital, de la que considera que fue escrita «con un gran lenguaje».
El cardenal alemán deplora las «enormes desigualdades sociales y daños ecológicos que son resultado de las dinámicas capitalistas». Que esto haya mejorado «no es un logro del capitalismo, sino el resultado de una lucha contra estos excesos». Este conocimiento también se debió, según el prelado, a Karl Marx: «El mercado no es tan inocente como aparece en los libros de texto de los economistas. Detrás de él hay intereses poderosos».
El presidente de la conferencia episcopal alemana va más allá al afirmar que Karl Marx, al que califica de «uno de los primeros sociólogos serios», «puede ser muy útil» a la luz de los actuales conflictos, revoluciones y guerras que muy bien podrían tener sus raíces en la injusticia económica. Y añade: «Los derechos humanos están incompletos sin una participación en lo material».
«Sin él no habría doctrina social de la Iglesia»
El purpurado asegura igualmente que la doctrina social católica ha «trabajado duro» desde Marx. «Sin él», afirma, «no habría doctrina social de la Iglesia». Y cita las palabras de Oswald von Nell-Breuning: «Todos estamos sobre los hombros de Karl Marx». Esto no significa, añade, que sea un «padre de la iglesia».
Además, el cardenal opina que no cabe acusar a Marx de los crímenes cometidos por el comunismo durante el siglo pasado y el actual.
Este posicionamiento del cardenal Marx se produce poco después de que Mons. Marcelo Sánchez Sorondo, presidente de la Pontificia Academia para las Ciencias, asegurara que la dictadura comunista china es quien mejor lleva a cabo la doctrina social de la Iglesia.
El Magisterio pontificio condena el comunismo
Sin embargo, el comunismo, y su defensa del mismo, ha sido condenado desde siempre por el Magisterio pontificio. Pío XI denuncia en la encíclica Qui pluribus:
... la enseñanza perversa, sobre todo en materias filosóficas, que a la incauta juventud engaña y corrompe lamentablemente, y le da a beber hiel de dragón en cáliz de Babilionia, tal la nefanda doctrina del comunismo, contraria al derecho natural, que, una vez admitida, echa por tierra los derechos de todos, la propiedad, la misma sociedad humana; tales las insidias tenebrosas de aquellos que, en piel de ovejas, siendo lobos rapaces, se insinúan fraudulentamente, con especie de piedad sincera, de virtud y disciplina, penetran humildemente, captan con blandura, atan delicadamente, matan a ocultas, apartan de toda Religión a los hombres y sacrifican y destrozan las ovejas del Señor.
Manifestaciones similares aparecen, entre otras, en las encíclicas:
Divini Redemptoris de Pío XI (19 de marzo de 1937), dedicada expresamente a condenar el comunismo ateo;
Ad Apostolorum Principis de Pío XII (29 de junio de 1958), en la que se condena la intervención en asuntos eclesiásticos del comunismo en China.
Mater el Magistra de san Juan XXIII (15 de mayo de 1961), en la que recuerda, y confirma, que la encíclica Quadragesimmo Anno de Pío XI:
El Sumo Pontífice manifiesta además que la oposición entre el comunismo y el cristianismo es radical. Y añade qué los católicos no pueden aprobar en modo alguno la doctrina del socialismo moderado.
Ecclesiam suam del beato Pablo VI (6 de agosto de 1964), en la que asegura estar obligado a:
... condenar los sistemas ideológicos que niegan a Dios y oprimen a la Iglesia, sistemas identificados frecuentemente con regímenes económicos, sociales y políticos, y entre ellos especialmente el comunismo ateo.