(Agencia Fides /InfoCatólica) «La llegada de los venezolanos a Brasil es un hecho social, no una catástrofe. Y debe abordarse solo como un hecho social, con políticas de acogida e integración. Es sorprendente ver que, frente a un pueblo que viene a Brasil en busca de alimentos y oportunidades de trabajo para ganarse la vida, circulan ideas de “campos de refugiados”. Esto no es una solución en absoluto». Lo declara en una nota enviada a la Agencia Fides, la hermana Rosita Milesi, misionera escalabriniana, directora del Instituto de migración y derechos humanos, en el estado brasileño de Roraima.
La Congregación de las religiosas misioneras escalabrinianas desde su fundación se ocupa de la asistencia a los migrantes y la hermana Rosita es una de las promotoras, junto a otras dos escalabrinianas, de actividades para la creación de estructuras de acogida y de caminos de sensibilización. En el estado de Roraima, en la frontera con Venezuela y Guyana, se están presentando miles de venezolanos para pedir ayuda, debido a que Venezuela está atravesando una crisis económica y social tan grave que está empujando a sus ciudadanos a emigrar.
«Brasil está llamado a acoger a este pueblo y a pensar en una estrategia global» - afirma la religiosa -, «en primer lugar con políticas de emergencia, para garantizar lugares de acogida dignos y una estancia regular, y luego con otras ayudas que les permitan acceder al trabajo e ir a otros estados y ciudades, donde puedan vivir y trabajar con dignidad».
Para la hermana Rosita «Brasil tiene la capacidad de recibir a estos inmigrantes. Sin embargo, falta la acción fuerte y rápida por parte del gobierno que, desafortunadamente, es lento en adoptar las medidas de asistencia e integración necesarias. Esta lentitud agrava la situación social en el estado de Roraima, el último estado al norte del país, que de hecho no puede y no es capaz de resolver un movimiento migratorio de estas dimensiones por sí solo. Las autoridades locales, el gobierno federal, la sociedad civil, la Iglesia y las organizaciones internacionales deben actuar para implementar una solución integral, que incluya la asistencia inicial, pero también que garantice el acceso a la integración».
Solo en 2017 fueron más de 20 mil los venezolanos que solicitaron ayuda a Brasil y más de 8,400 los que se han beneficiado de un sistema de residencia temporal. El Instituto para las Migraciones y los Derechos Humanos, de las religiosas Escalabrinianas, ha contribuido en este periodo a una serie de actividades de acogida, integración y apoyo, pero se necesita una ayuda mucho más amplia.