(ACI Prensa) Los firmantes son el P. Castor José Álvarez de Devesa, sacerdote del Modelo, en Camagüey; el P. José Conrado Rodríguez Alegre, párroco de San Francisco de Paula, en Cienfuegos; y el P. Roque Nelvis Morales Fonseca, párroco de Cueto, en Holguín.
Los sacerdotes enviaron la carta a Castro al cumplirse este miércoles, 20 años de la Misa que San Juan Pablo II celebró en Santiago de Cuba.
«Urgen elecciones donde podamos decidir no sólo nuestro futuro, sino también nuestro presente. Ahora se nos invita a ‘votar’, a decir ‘sí’ a lo que ya existe y no hay voluntad de cambiar. Elegir implica, de por sí, opciones diferentes, elegir implica la posibilidad de tomar varios caminos», señalaron.
En abril de este año deberían realizarse las elecciones para la Asamblea Nacional del Poder Popular, la cual elige al Consejo de Estado y designa al Presidente del país. En 2015 Castro anunció que dejaría el cargo en el 2018.
En la misiva los sacerdotes también recordaron que el 1 de enero se cumplieron 59 años del triunfo de la revolución que derrocó al régimen de Fulgencio Batista, donde muchos cubanos lucharon y «murieron por dar a sus hijos una Cuba donde se pudiera vivir en libertad, en paz y prosperidad».
Sin embargo, «casi seis décadas después, tenemos argumentos suficientes para evaluar qué hemos vivido en nuestra tierra».
Una voz diferente
Los sacerdotes denunciaron el «estilo totalitario» del Partido Comunista, único partido político autorizado a existir. No se permite al pueblo «alzar una voz diferente». «Antes bien, toda voz diferente que ha intentado hacerse oír ha sido silenciada», señalaron.
«Tenemos una legalidad supeditada a un poder, la ausencia de un ‘Estado de Derecho’. Se hace imprescindible la clara distinción e independencia de los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial», expresaron.
A esto «se suma la falta de libertad religiosa. La Iglesia es tolerada, pero no deja de ser vigilada y controlada. Se reduce la plena libertad religiosa con una controlada libertad de permisos de culto. Los cristianos pueden reunirse a compartir su fe, pero no les es permitido construir un templo».
Los sacerdotes indicaron que «la Iglesia puede hacer procesiones e incluso misas públicas, pero siempre a condición de un permiso expreso de las autoridades que, de no otorgarlo, no permite apelación ni da explicación».
«La Iglesia puede alzar su voz en los templos, pero no tiene acceso libre a los medios masivos de comunicación y, en los escasos momentos en que esto ocurre, es siempre bajo censura. Los laicos son censurados cuando intentan aplicar a la práctica política y social su fe», señalaron.
Además está el control de los medios de comunicación social y la inexistencia de una educación alternativa. Los niños cubanos asisten «a un solo modelo de escuela, a una sola ideología, a la enseñanza de un único modo de pensar». «Los cubanos tienen el derecho a tener alternativas educacionales y opciones para la educación del pensamiento, los padres cubanos tienen el derecho a elegir qué tipo de educación desean para sus hijos», recordaron.
Asimismo están las carencias materiales, producto del «desamparo económico que vive este pueblo, obligado por las circunstancias a mendigar la ayuda de familiares que lograron marchar al extranjero o a los extranjeros que nos visitan».
«¿Por qué se invita a que vengan extranjeros a invertir con su dinero y no se permite invertir a los cubanos en igualdad de oportunidades? Los cubanos tienen derecho a participar como inversores en la economía y en las negociaciones de nuestra patria», expresaron.
«Esta dinámica social que ha resultado en Cuba –denunciaron–, ha olvidado a la persona, su dignidad de hijo de Dios y sus derechos inalienables; casi 60 años después de que este pueblo creyera en un ideal que siempre se pospone y nunca se realiza. Cuando alguien cuestiona, cuando alguien alza la voz, sólo encuentra vulnerabilidad y exclusión».
Los sacerdotes afirmaron que los cubanos quieren un país «donde se respete más la vida desde su concepción hasta la muerte natural», donde se fortalezca la familia, «se cuide el matrimonio entre un hombre y una mujer»; y se garanticen los ingresos económicos que permitan a la población vivir dignamente.
Pueblo cansado
«Nuestro pueblo está desanimado y cansado, existe un estancamiento que se resume en dos palabras: sobrevivir o escapar. Los cubanos necesitan vivir la alegría de «pensar y hablar sin hipocresía» con distintos criterios políticos. Estamos cansados de esperar, cansados de huir, cansados de escondernos. Queremos vivir nuestra propia vida», añadieron.
Los sacerdotes dijeron a Castro que «si escribimos esta carta es para evitar que un día, por alguna circunstancia, Cuba se sumerja en cambios violentos que sólo añadirían más sufrimiento inútil». «Todavía tenemos tiempo de hacer un proceso progresivo hacia una pluralidad de opciones que permita un cambio favorable para todos. Pero el tiempo se acaba, apremia abrir la puerta», advirtieron.
«De nada sirve ocultar la verdad. De nada sirve fingir que no pasa nada. De nada sirve aferrarse al poder. Nuestro Maestro Jesucristo nos dice a los cubanos hoy: ‘¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?’. Estamos a tiempo de construir una realidad diferente. Estamos a tiempo de hacer una Cuba como la deseaba Martí: ‘con todos y para el bien de todos’».
«A la intercesión de la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba, nos encomendamos. Ella, Madre de todos los cubanos, interceda ante el Señor de la historia que, como dijo en Cuba, Su Santidad Benedicto XVI: ‘Dios no solo respeta la libertad humana, sino que parece necesitarla’, para que podamos elegir siempre el bien mayor para todos», culmina la carta.