(Agencias) Aguiar fue creado cardenal por el papa Francisco el 19 de noviembre de 2016 y es miembro del Pontificio Consejo para el Dialogo Religioso y de la Pontificia Comisión para América Latina.
Nació el 9 de enero de 1950 en Tepic, Nayarit (oeste) y entre 1961 y 1969 realizó los estudios de Humanidades y Filosofía en el Seminario de Tepic, y posteriormente cursó Teología en varios seminarios. Se ordenó sacerdote en la Diócesis de Tepic el 22 de abril de 1973.
En 1974 fue enviado a Roma, donde obtuvo la Licenciatura en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma.
De 1978 a 1991 fue rector del Seminario de Tepic y presidió la Organización de Seminarios Mexicanos entre 1986 y 1990.
En 1991 regresó a Roma y se doctoró cinco años más tarde en Teología Bíblica.
Entre 1996 y 1997 ocupó la cátedra de Sagrada Escritura en la Pontificia Universidad de México, donde también fue rector de la Residencia Juan XXIII para Sacerdotes.
Durante el pontificado de Juan Pablo II en 1997 fue nombrado tercer obispo de Texcoco (Estado de México).
En el 2000 fue nombrado secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), y entre 2011 y 2015 fue nombrado presidente del mismo organismo.
Dentro de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) ha sido desde secretario general a presidente, cargo que ocupó del 2007 al 2012.
En 2009 fue nombrado arzobispo de Tlalnepantla, ministerio que ha ocupado hasta ahora.
Carta de despedida del Cardenal Norberto Rivera
El cardenal Norberto Rivera Carrera, a quien el Santo Padre le ha aceptado su renuncia por motivos de edad, era ahora Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de México. Dio la bienvenida al trigésimo quinto sucesor del obispo fray Juan de Zumárraga.
A través de una carta hecha pública esta mañana, el cardenal Rivera agradeció al papa Francisco la «bondad de aceptar su renuncia», y dio la bienvenida al cardenal Aguiar Retes:
«Doy la bienvenida a mi hermano, el Señor Cardenal don Carlos Aguiar Retes a esta Arquidiócesis de México. Le deseo de corazón todo bien en el Señor, y que su ministerio episcopal sea fructífero para mayor gloria de Dios Nuestro Señor».
El cardenal Rivera aseguró que siempre contó con la cercanía y el amor maternal de la Morenita del Tepeyac y el ejemplo de san Juan Diego, «a quienes –dijo– ahora elevo mis oraciones por el nuevo Arzobispo de México».
El cardenal Rivera reconoció el apoyo que tuvo de sus obispos auxiliares, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos en el gobierno de esa Iglesia particular, y aseguró que pese a los problemas y dificultades que vive cotidianamente la Arquidiócesis, «siempre será mucho mayor el gozo, la alegría y la santificación que tenemos quienes tratamos de servir a la causa del Evangelio».
Dijo sentirse satisfecho de no haber permanecido mudo ante la violación de los derechos humanos, y pidió perdón a quien se haya sentido ofendido o lastimado por su firme posición ante ciertos temas. También –concluyó–«pido perdón a Dios por mis debilidades y omisiones. Al final de mis días espero encontrarme con mi Salvador, rico en Misericordia».