(InfoCatólica) El cardenal comienza su artículo recordando que es «aragonés, pero he vivido quince años en Cataluña. Vic, Solsona, Valls. Es decir, Barcelona, Lérida y Tarragona....Quiero decir que mis palabras son fruto del amor, del buen deseo y, también, del dolor».
Insurrección institucional
El purpurado asegura que «la crisis actual es, en un primer plano, política, y debe ser tratada políticamente. Nos encontramos ante una verdadera insurrección institucional, dirigida desde el poder político, acompañada y potenciada desde abajo por un fuerte sentimiento popular muy difundido, previamente cultivado».
Y explica el por qué del apoyo importante que recibe el secesionismo en Cataluña:
«Muchos catalanes, jóvenes y adultos, están convencidos de que les conviene separarse de España. Piensan que les estamos maltratando y esta discriminación negativa les da derecho a la secesión. Ellos lo viven como un derecho a la defensa propia. Se lo han enseñado así durante treinta años».
Ante lo cual, advierte que «el nacionalismo es ruptura. Se quiera o no, desgarra el tejido social, enfrenta a las personas, divide las familias. Por eso, solo es legítimo y moralmente aceptable cuando resulta ser el único remedio contra graves injusticias colectivas, de dominación o discriminación».
Un poco de historia
El cardenal aragonés da un repaso a la historia pasada...:
«Aquí se habla de 500 años de convivencia. Pero son más. Cataluña formó parte no del Reino de Aragón, pero sí de la Corona de Aragón, con el rey Ramiro de Aragón y el conde Ramón Berenguer, desde el siglo XII».
... Y la reciente:
«Durante el período democrático, con el Estado de las Autonomías, el nacionalismo catalán ha aprovechado las competencias recibidas para construir la «estructura nacional», como decía Jordi Pujol ya en 1980. Y han intentado construirlo con tenacidad.
Aprovechando con habilidad la debilidad de los gobiernos centrales. Poco a poco, ladrillo a ladrillo, han ido reuniendo los materiales que necesitaban. Y los gobiernos del Estado no tenían más remedio que ceder y pactar para poder gobernar. Habría que revisar muchas cosas. La raíz política del mal está en nuestra misma legislación».
E indica igualmente un facto a tener en cuenta. La descristianización:
«Y algo tiene que ver también en todo esto la descristianización galopante que está sufriendo Cataluña en estos años. El independentismo descristianiza y la descristianización favorece el independentismo. No valen las argumentaciones ideológicas. Hay que atenerse a la realidad».
Finalmente, el arzobispo emérito de Pamplona y Tudela, señala cuál puede ser la solución. Para la misma «se requiere un cambio profundo en varios puntos»:
- – catalanes y no catalanes tenemos que convencernos de que nadie es ni más ni menos que los demás ciudadanos españoles;
- – en Cataluña tendrán que ver que están recibiendo un trato justo, normal, sin discriminaciones, pero también sin privilegios;
- – y esto tiene que ir entrando en la sociedad catalana desde una enseñanza objetiva, imparcial, no manipulada, y con unos medios de comunicación igualmente objetivos, no sectarios, ni subvencionados ni teledirigidos.
El cardenal acaba con un mensaje final a todos los catalanes:
"Termino diciendo a mis amigos catalanes, a todos los catalanes: os quiero, os llevo en mi corazón, sois parte de mi vida. Rezo por vosotros. Quedaos en casa, estaréis mejor. Estaremos todos mejor".