(Religión en Libertad) Para el prelado vasco, lo ocurrido marcará la historia de España, pues ha sido un «día de profunda tristeza y zozobra».
En su programa Sexto Continente que emite Radio María, Munilla recordó que la Iglesia «no tiene el lenguaje político que deben tener las instituciones políticas» sino que «intenta iluminar desde su perspectiva espiritual y moral». Apoyándose en el Catecismo, en los escritos de los obispos, en las palabras de los Paas y desde su responsabilidad eclesial, afirmó que «este callejón en el que se encuentra Cataluña no sólo es ilegal sino profundamente inmoral».
«Respeto a la autoridad constituida»
Munilla cita el Catecismo de la Iglesia Católica, concretamente los aspectos contenidos entre los puntos 1897 a 1904, que hablan sobre la autoridad, en el que se pide «respeto a la autoridad constituida» pues «hay un deber de los ciudadanos y de las autoridades de respetar el Estado de Derecho».
El obispo de San Sebastián, en cuya región también hay un proceso separatista, recuerda que la doctrina social de la Iglesia aboga por la separación de poderes. «En este caso concreto, ha sido el poder judicial el que de manera clara y contundente ha afirmado que determinadas decisiones del Parlament han sido inmediatamente suspendidas. No son legales ni tienen valor legal», afirma. Además, el Catecismo recoge que hay deber de obediencia al Estado de Derecho, lo que se incluye en el cuarto mandamiento.
Ante los que puedan achacar a que en la doctrina social también se establece el derecho a desobedecer leyes injustas, Munilla recalca que se trata de cuando atentan contra la ley natural y la ley de Dios, lo que no se da en el caso catalán.
De no ser así, indica, «la sociedad sería ingobernable» ya que «no se puede buscar el bien común saltándonos las normas comunes que nos hemos dado».
Defensa del comunicado de los obispos españoles
De este modo, Munilla resalta el comunicado que publicó la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, y sale en su defensa ante las críticas que se generaron por su supuesta ambigüedad.
«Esta acusación de que no ha cogido el toro por los cuernos no es verdad», asegura aunque sí admite que «en la forma de expresión se podría haber hecho de otra manera». Sin embargo, explica que la nota recoge «todo lo sustancial que tiene que afirmar la Iglesia» y que el prelado resume en cuatro puntos:
- Necesidad de respetar el orden constituido
- Una llamada a la prudencia pues «es una imprudencia –agrega Munilla- llevar al pueblo a un callejón sin salida y llevarles al choque, y sabiendo que es ilegal».
- Hay dos valores que tienen que ser integrados, la salvaguarda de los bienes comunes de siglos y el derecho propio de los diferentes pueblos.
- Tiene que haber capacidad de hacer esto con sensatez, diálogo y entendimiento.
El obispo vasco cree que en un momento de crispación como el actual no se ha entendido el lenguaje eclesial pero considera muy importante que una institución como la Iglesia sea capaz de tener una palabra común, incluida también la Iglesia en Cataluña.
Y no rehúye el hecho de que un obispo catalán, en este caso el de Solsona, se haya distanciado y publicara una carta dominical anunciando que votaría en el referéndum ilegal, en el que finalmente votó.
«Si ha habido un obispo ha sido uno, que ciertamente no estará en la unidad del resto y que se habrá salido del gran consenso del resto de la Conferencia Episcopal. Pero no creo que se pueda decir que por esto no haya capacidad por parte de la Iglesia española de una palabra conjugada desde la doctrina social», afirma.
El Papa Francisco, sobre Cataluña
Monseñor Munilla ha querido también recordar lo que ha dicho el Papa Francisco sobre el proceso separatista catalán. Lo hizo en una entrevista en La Vanguardia en 2014. Esto dijo el Papa:
«Las independencias de pueblos por secesión es un desmembramiento, a veces es muy obvio. Pensemos en la antigua Yugoslavia. Obviamente, hay pueblos con culturas tan diversas que ni con cola se podían pegar. El caso yugoslavo es muy claro, pero yo me pregunto si es tan claro en otros casos, en otros pueblos que hasta ahora han estado juntos. Hay que estudiar caso por caso. Escocia, la Padania, Cataluña Habrán casos que serán justos y casos que no serán justos, pero la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso».
Desgranando lo que afirmó Francisco a este diario catalán, el obispo cuenta que «la doctrina social católica habla del derecho de autodeterminación» pero esta autodeterminación «no se puede aplicar de manera indiscriminada e indistinta»recordando que Juan Pablo II lo aplicó de manera positiva en Ucrania pero como no aplicable a la Padania.
Llevar adelante una cuestión fuera de la legalidad, con la opinión pública partida, con la oposición sin votar y con los promotores sin importarle que sea ilegal es «imprudente», agreta.
Qué es el bien común
Para Munilla, «el interés general no es la victoria del 51% contra el 49% sino la búsqueda del bien común» y ahora la sociedad está partida por la mitad. «No se pueden buscar soluciones en las que gane una mitad frente a la otra. Esto es absurdo. Creemos en el bien común de todos, no de unos contra otros».
Durante las últimas semanas, el obispo de San Sebastián, muy activo en las redes sociales, ha ido abordando la problemática catalana recordando que «en estos conflictos identitarios hay mucho de visceralidad» y ésta «nos hace muy ciegos».
La patria celestial olvidada
Por otro lado, considera muy importante el hecho de «conocer nuestra historia». «No conocerla o deformarla es uno de los problemas de partida. Y conocer nuestra historia es importante y esta es una de las cosas que nos hemos olvidado».
Para acabar su análisis, Munilla recuerda otro de sus mensajes en Twitter: «La idolatría de las banderas nace del olvido de la Jerusalén celestial como patria común».
«Las banderas tienen su dignidad y representan a los pueblos pero existe una utilización idolátrica de las banderas que nace cuando se hace una adscripción identitaria. Nace del olvido de que hay una patria común, que tenemos un origen común y un destino común, que es la Jerusalén celestial».
Por ello, pide encarecidamente que la ciudadanía recuerda que «tenemos un origen común y un destino común. Relativicemos todo lo demás. Pero relativicemos mucho, mucho».