(LifeSiteNews/InfoCatólica) Uno de los principales antídotos para un mundo «marcado por la plaga del terrorismo sin Dios, de un laicismo cada vez más agresivo» y un «avance de la cultura de la muerte» es restaurar la primacía de Dios en la liturgia católica, afirmó el jueves el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino.
Las palabras del Cardenal fueron pronunciadas durante su intervención en los actos de celebración del X aniversario del Motu Proprio Summorum Pontificum en una Conferencia titulada «Sobre El silencio y la primacía de Dios en la Sagrada Liturgia» en la Pontificia Universidad de Santo Tomás.
La fecha marca el décimo aniversario de la entrada en vigor del Motu Proprio Summorum Pontificum del Papa Benedicto XVI, que dio a los sacerdotes amplio permiso para celebrar la antigua forma de la liturgia romana.
En su discurso, el Cardenal Sara preguntó:
«Si la vitalidad misionera de la Iglesia ha disminuido en nuestros tiempos, si el testimonio de los cristianos en un mundo cada vez más impío se ha debilitado, si nuestro mundo se ha olvidado de Dios, ¿acaso esto es porque nosotros que se supone somos «la luz del mundo» (Mt 5, 14) no nos acercamos a la cima hacia la cual la actividad de la Iglesia es dirigida como debería, o no nos aproximamos con suficiente profundidad a la fuente de la cual fluye todo su poder para que todos disfruten de esa “fuente de agua que brota para la vida eterna?”(Jn 4, 14)».
Restaurar la primacía de Dios
En su discurso el Cardenal Sara pronunció un poderoso mensaje de continuidad con el programa de «reforma de la reforma» del Papa Benedicto XVI, incluyendo un papel prominente para la antigua liturgia romana.
Lamentó la prevalencia de las liturgias centradas en el hombre, que «reducen algo que es por su propia naturaleza sobrenatural al nivel de lo meramente natural».
«Dios debe estar presente en cada elemento de nuestra celebración litúrgica», explicó.
Su Eminencia también recomendó retomar que el sacerdote celebre la Misa Ad Orientem «de cara al Señor»:
«Esta antigua y hermosa práctica, que habla tan elocuentemente de la primacía del Dios Todopoderoso en el corazón de la misa, no se limita al usus antiquior. Esta venerable práctica está permitida, es perfectamente apropiada y, insisto, es pastoralmente ventajosa en las celebraciones del usus recentior -la forma más moderna del rito romano- también».
Cultivando el silencio del corazón
Si la liturgia debe ser «un momento de encuentro personal e intimidad con Dios» que nos permita atraer a otros a Cristo, también debemos aprender la quietud y el silencio, dijo el Cardenal Sara.
«El ruido mata la liturgia, [mata] la oración ... la importancia del silencio para la sagrada celebración litúrgica no puede ser subestimada», explicó.
La iglesia y la sacristía no deben ser un «lugar de conversación», dijo, y agregó que la socialización debe hacerse «en otra parte».
El mismo silencio de una iglesia o de una sacristía, explicó el cardenal, debe ser una escuela, «atrayendo a todos los que entran a ese silencio del alma, corazón y mente que es tan necesario para recibir todo lo que Dios Todopoderoso nos quiere dar a través de la Sagrada Liturgia».
Rejuvenecer a la Iglesia
Reflexionando sobre el décimo aniversario de Summorum Pontificum, el cardenal Sarah habló de la atracción que el rito tradicional tiene para los jóvenes, un «signo de los tiempos» que la Iglesia debe tomar con la mayor seriedad.
Se regocijó en numerosas y buenas vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa que surgen de las comunidades que celebran el usus antiquior, e hizo un llamado a los sacerdotes y obispos que podrían tener dudas sobre esto, diciendo:
«Visiten estas comunidades y conózcanlas, especialmente sus jóvenes. Abran sus corazones y mentes a la fe de estos jóvenes hermanos y hermanas, y al bien que hacen. No son ni nostálgicos, ni amargados, ni están agobiados por las batallas eclesiásticas de las últimas décadas; están llenos de la alegría de vivir la vida cristiana en medio de los desafíos del mundo moderno».
«El usus antiquior debe ser visto como una parte normal de la vida de la Iglesia del siglo XXI», concluyó el cardenal Sarah. «¡Cristo nos llama a la unidad, no a la división! ¡Somos hermanos y hermanas en la misma fe, sin importar la forma del rito romano que celebramos!»
Llamémonos católicos, no «tradicionalistas»
En su conferencia el cardenal también exhortó a evitar la etiqueta «tradicionalista» con que algunos grupos se definen a sí mismos, o son definidos por otros:
«Algunos, cuando no ustedes mismos, se llaman “tradicionalistas”. Por favor, dejen de hacerlo. No están encerrados en una caja sobre el estante de una librería o un museo de curiosidades. No son tradicionalistas: son católicos del Rito Romano, como yo o como el Santo Padre. No son de segunda clase o miembros especiales de la Iglesia Católica por razón de su culto y de sus prácticas espirituales, que han sido las mismas de innumerables santos. Están llamados por Dios, como todos los bautizados, a asumir su puesto en la vida y en la misión de la Iglesia en el mundo actual, a la cual también ustedes son enviados».
«Si aún no han roto las cadenas del “gueto tradicionalista”, por favor háganlo hoy», «Dios Todopoderoso les llama a hacerlo. Nadie les robará el usus antiquior, sino que muchos se beneficiarán, en esta vida y en la futura, del fiel testimonio cristiano que dan, que tendrá tanto que ofrecer, considerando la profunda formación en la fe que los antiguos ritos, y el ambiente espiritual y doctrinal vinculado a ellos, les ha dado».