(AsiaNews/InfoCatólica) Un joven cristiano de 16 años, Shahzad Masih, fue acusado de blasfemia por un miembro del partido extremista islámico Tehereek-e-Tuhafaz y fue arrestado por la policía de Dinga City, en el distrito de Gujarat (provincia paquistaní de Punjab). La familia del joven lamenta que ahora él esté desaparecido. Los agentes rechazaron admitir que el presunto blasfemo esté detenido bajo su custodia ni les permitieron visitarlo.
No obstante su joven edad, Shahzad trabaja como barrendero en el Shahmim Riaz Hospital. Según los familiares, el mes pasado el joven estuvo involucrado en una discusión religiosa con Ishtiaq Qadri, su acusador y salió indemne gracias a la intervención del doctor Tariq, uno de los médicos del hospital. El pasado 13 de julio, el radical islámico intento nuevamente provocar la reacción del joven, y alega que este respondió insultando al profeta Mahoma. Pero la madre del muchacho rechazó la acusación: «He formado a Shazad como un fiel cristiano devoto. Jamás enseñé a mi hijo a odiar a ninguna persona que pertenecieran a otra religión y por esto estoy seguro que las acusaciones contra él son falsas».
Mientras tanto el martes, después del arresto del joven, su familia fue obligada a escapar de la ciudad, donde viven cerca de 150 cristianos (sobre una población de unos 80 mil habitantes), por las amenazas de muerte difundidas por una mezquita cercana. En las redes sociales fue también difundida la foto del joven con el escrito «laanat» (vergüenza). En nombre del grupo islámico, el imán Gazi Saqib Shakeel pidió que «el sistema judicial inflija el máximo de la pena, de modo que en el futuro él no pronuncie ofensas».
En Pakistán la blasfemia es castigada con la pena de muerte. También la sola sospecha puede provocar la reacción violenta de los defensores del Corán. Wilson Chowdhry, presidente de la British Pakistani Christian Association, declara: «El arresto de un adolescente cristiano es motivo de gran dolor. Las leyes draconianas (sobre la blasfemia) son utilizadas como instrumento para discriminar y lograr conversiones forzadas, mientras el mundo permanece en silencio. Este pobre joven ahora deberá enfrentar el más espantoso de los procesos y podrirse en la cárcel por gran parte de su vida. Aún más, en este clima (de intolerancia religiosa) una sentencia podría infligírsele la muerte ya sea por vía judicial o de un procedimiento extra-judicial».