(PortaLuz/InfoCatólica) El italiano Paolo Carlin, nacido en Roma, hoy con 54 años de edad, es un sacerdote capuchino, doctor en teología moral y desde el año 2014 exorcista oficial en las diócesis de Ravenna-Cervia y Faenza.
El Padre Paolo es también coordinador en Italia, vocero, de la Asociación Internacional de Exorcistas y acaba de publicar sus experiencias en el libro «De cura obsessis» (La atención al poseído), sobre cuyos contenidos ha conversado con el portal InTerris en la siguiente entrevista que Portaluz reproduce aquí, traducida al español.
¿Padre Carlin, hemos pasado de una cultura que inculcaba miedo al demonio -mencionado casi en todos los sermones-, a una suerte de subestimación, casi como si el diablo fuese un asunto del medioevo, una fábula para asustar a los niños? ¿Es realmente así?
La realidad del diablo es la de un ángel. Más allá de todo lo que pudiere decirse de él, es un ser espiritual; como testimonian los Evangelios, de los que el Magisterio de la Iglesia toma esta verdad. Pero es un ángel caído y por lo tanto es un tentador, un impostor, no un portador de la luz y la verdad, sino de la mentira y el engaño. Es el mayor mentiroso. Por esto es normal que su principal tarea cotidiana sea provocar que la gente crea que él no existe. Más allá de la mayor o menor consideración que se tenga de él, el hecho es que existe y –según comprobamos los exorcistas- una vez desenmascarado, se revela en toda su obscenidad y maldad. Esto no depende de la cultura, mentalidad o filosofías. Que se hable o no de ello, puede depender de una cierta sensibilidad, pero la Escritura da testimonio de esto. Jesús fue el primer exorcista y vino para ayudar al hombre a luchar contra el Enemigo (de Dios).
Halloween, el cine de terror, algunas letras de canciones, incluyen referencias demoníacas implícitas o explícitas. A veces nos parecen un entretenimiento inofensivo, ¿pero esconden riesgos reales?
Como todas las acciones satánicas, se presentan como algo bello, inocuo, incluso deseable o útil. Por cierto hay opciones reales que el hombre puede hacer y son puertas de acceso -más o menos evidentes- para una acción «extraordinaria» en la vida de una persona. Halloween es una de esas fiestas que exaltando lo pagano, luego vincula a una devoción con los espíritus; y cuando se habla de espíritus y energías, entramos en una lógica mágico-esotérica que oculta y abre la puerta al Diablo. Pero también hay realidades menos obvias que conducen al esoterismo, como algunas películas de terror o de magia: pienso en Harry Potter, Crepúsculo o alguna otra serie de televisión.
¿Incluso Harry Potter tiene contenido esotérico, peligroso?
Es todo sobre la magia y la magia nunca es buena. Si se desea utilizar poderes y espíritus, que no son parte de las facultades del hombre, entramos en el ámbito de lo preternatural y entonces adquirimos una lógica, una manera de pensar, supersticiosa; el hombre busca un poder más allá de su propia naturaleza y esto es un acto de soberbia que atrae al demonio. Es una rebelión contra Dios que nos dice: En tu naturaleza humana te ayudo, siempre y cuando reconozcas tus límites. Y aquí abro un paréntesis...
Adelante...
Acusan a la Iglesia de estar en contra del progreso humano. Esto no es en nada cierto, toda vez que la ciencia permanece en el ámbito de aquello que es de la naturaleza humana. Si tratamos de tener poderes, facultades que no son naturales, preguntémonos: ¿de dónde sale este poder?
Los recientes casos de robos de hostias consagradas han vuelto a encender el proyector sobre un tremendo fenómeno como es el de las misas negras. ¿Qué opina?
Es una de las pruebas de que existe Satanás. Si no existiera, ¿de qué serviría? El propósito es precisamente adorar a Lucifer manifestando desprecio a la Hostia consagrada, en directa contraposición a la fe cristiana y la obra de Jesús. No son adoradores de un fantasma, son personas que deliberadamente han optado por el mal, para adorar al ser espiritual maléfico. Estas Hostias profanadas les sirven para hacer ritos contrarios a los de la Iglesia. Los satanistas tienen símbolos, signos, rituales, cuyo fin es ofender a Dios y adorar al diablo, que no es omnipotente. Quienes lo adoran consiguen las facultades que desean, pero lo pagan muy caro, con sus vidas, porque Satanás tiene un solo objetivo: destruir al hombre, impedirle alcanzar la vida eterna, porque es envidioso.
¿Cómo se puede reconocer una posesión demoníaca, para distinguirla de los trastornos psiquiátricos?
Siempre hablamos de posesión, pero en realidad también existe la obsesión (maligna), o pensamientos recurrentes (puestos por el maligno) -que es algo distinto de los pensamientos obsesivos psiquiátricos-, pero que son altamente depresivos, que conducen al suicidio. Obviamente que para distinguir es fundamental la ayuda de los médicos. Luego están las vejaciones que son verdaderos y reales flagelos al cuerpo, a la salud: síntomas, arañazos, contusiones, golpes, como le sucedió al Padre Pio, incluso con enfermedades incurables. Las posesiones son las que producen más titulares, pero cuando se identifican los signos, el Enemigo queda al descubierto. Son más peligrosas las tentaciones que mueven a tomar decisiones que corrompen el alma, por el pecado que ciertos actos involucran. Por lo demás el diablo puede tomar posesión del cuerpo pero no del alma. Es como un perro atado a una cadena. Debemos hacer todo lo posible por permanecer lejos del pecado, pues nos une a esa cadena.
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¿En su labor de exorcista ha sentido miedo? ¿Alguna experiencia de lucha física con el diablo, como le ocurrió a Padre Pio?
El luchador no es el exorcista sino la persona atacada. Por desgracia en el imaginario pesan las escenas de las películas, pero no es así. Es la fe junto con la oración lo que aleja al Enemigo. Pero, dado a que el exorcista está en la vanguardia (de la lucha), también puede padecer ataques de Satanás. Puesto que todos somos tentados, para alejar las tentaciones y no caer en la trampa del pecado, necesitamos tener la luz del Evangelio. Nadie está excluido, el exorcista no es un highlander y mucho menos un mago.