(Asia News/InfoCatólica) Continúa en la capital rusa la gran e interminable procesión de peregrinos que van a honrar la reliquia (una costilla izquierda) del santo más amado, S. Nicolás de Bari (que aquí es llamado con el título originario, S, Nicolás de Myra en Licia).
El 12 de julio las reliquias serán transferidas a la «capital del norte», San Petersburgo. La fila de los devotos moscovitas y de toda Rusia se alarga en estos últimos días junto a la catedral de Cristo Salvador, donde están expuestas. También en la Lavra (monasterio petersburgués) de S. Aleksandr Nevsky, donde esperan el sagrado despojo, se espera una multitud no menos imponente, que antes de llegar a besar los restos del santo pasará en medio de las tumbas de Dostoevsky y Mussorsky, sepultados allí en el famoso cementerio monumental al ingreso del monasterio,
En todos los vagones del omnipresente subterráneo de Moscú (el segundo más grande del mundo tras el de París) es repetido constantemente el anuncio, que explica a quien desea ir a la catedral la necesidad de descender en la estación de «Frunzeskaja», a varios kilómetros de distancia del lugar sagrado, para poder colocarse en la silenciosa e impresionante cola de devotos que esperan hasta 8-9 horas para llegar a besar al santo.
Masas similares, en los años pasados, se vieron en ocasiones análogas, para la peregrinación a Rusia del Cinturón de la Virgen en 2011 (proveniente de Grecia) y para la reliquia de S. Andrés apóstol (donada por Amalfi a Patras en Grecia y de allí llevada a Rusia en el año 2003). Para encontrar otras analogías hay que ir de nuevo a diciembre de 1989, cuando el cuerpo del famoso disidente Andrei Sajarov fue expuesto para el saludo final en el palacio de la Juventud de Moscú. Aquel funeral fue la primera y verdadera manifestación pública de masa del post-comunismo y las 10 horas de espera que se alcanzaron en aquella ocasión, con una temperatura de 20° bajo cero, testimoniaba el gran deseo del pueblo ruso de dar vuelta definitivamente página, después de un siglo de locura y opresión.
En la web donde se recogen las narraciones de los peregrinos de S. Nicolás, uno de los primeros mensajes es el de Alena Romanenko, que expresa toda su alegría porque «después de haberse hecho la señal de la cruz y haber besado la reliquia, el sacerdote me permitió hacerlo una segunda vez y nadie me empujó echándome…. Pienso que todo dependa de aquello que cada uno tiene en el corazón y ¡el santo te lo saca afuera!».