(Aica) El obispo de Nueve de Julio (Argentina), monseñor Ariel Torrado Mosconi, abrió una serie de actividades para ahondar en el mensaje y en la espiritualidad mariana, previstas para cada 13 de mes en la parroquia Virgen de Fátima, hasta que este templo de la ciudad sea elevado a santuario.
El prelado destacó que el mensaje de la Virgen de Fátima es que los cristianos deben orar y trabajar para lograr la paz en el mundo.
«La Virgen nos llama a implorar por la paz mundial, pero debe comenzar con la conversión personal que nos conducirá a la paz individual», subrayó.
Asimismo, detalló las tres instancias intermedias que deben recorrer los cristianos, según la Virgen, para llegar a ese fin: la oración, la penitencia y la conversión.
La primera instancia, la oración
Monseñor Torrado Mosconi exhortó especialmente a tener cada día momentos de silencio y recogimiento. «No se puede tener paz sin una rica vida interior, si se vive en medio del ruido desde que nos despertamos hasta que nos dormimos», afirmó.
En este sentido, el obispo propuso realizar una serie de talleres reflexivos para leer e interpretar la Palabra de Dios, según el método de la lectio divina, y recordó que la oración del rosario, recomendada por la Virgen, es una rica fuente de espiritualidad.
«Debemos encontrar a Dios que habita en nuestra alma a través del silencio. Hoy vivimos en un mundo de mucho ruido, vivimos hacia afuera y estamos más pendiente de lo de afuera que de lo de adentro y es, justamente, allí donde Dios habita. Para que exista verdadera espiritualidad mariana se debe escuchar a Dios», sostuvo, y diferenció al cristianismo con otras espiritualidades en que la meditación se centra en el diálogo con uno mismo.
Penitencia y conversión nos conducen a la paz
Monseñor Torrado Mosconi se detuvo en las otras dos instancias: la de vivir en penitencia como modo para «soportar con paciencia las penalidades de la vida» y la de lograr la conversión personal como primer paso hacia la conversión del mundo entero.
«María nos pide oración y penitencia para la conversión del mundo. Pero primero debemos pasar por la conversión de nosotros mismos. Y esta actitud de conversión, debe ser permanente y constante en un cristiano», sostuvo.
Justamente «el fruto de la conversión es la paz interior, la paz espiritual. La Virgen nos llama a implorar y a trabajar por la paz en el mundo, pero esa paz debe comenzar con la conversión personal y la paz individual», concluyó.
El encuentro que comenzó con la Misa de las 7 y se prolongó a lo largo del día en la adoración eucarística, realizada por turnos, culminó con la bendición solemne con el Santísimo Sacramento a las 19 y la plática del obispo sobre la espiritualidad mariana de Fátima.
Al finalizar el encuentro se hizo una convocatoria abierta para el 13 de julio, cuando se continuará ahondando sobre las revelaciones y la espiritualidad mariana, como también en las actividades a realizar para el embellecimiento del templo y en pos de la creación del santuario el próximo 13 de octubre.