(Diario Vasco) Entrevista al obispo de San Sebastiàn tras la reciente carta pastoral de los obispos navarros y vascos
En su última carta pastoral, alertan de que la educación está en situación de «emergencia». ¿Por qué? ¿Qué carencias aprecia?
Vivimos una crisis educativa. Nosotros no hablamos de «competencias», como el informe PISA, sino que abordamos el tema desde nuestra perspectiva moral y espiritual. Por ejemplo, ¿acaso no se está confundiendo la tolerancia con el 'todo vale'?... Y sin olvidar que existe un influjo muy grande entre el fracaso matrimonial de los padres y el fracaso escolar de los hijos.
¿Cuáles son para usted las claves de una buena educación?
Podrían resumirse en cuatro. El equilibrio afectivo, la inquietud intelectual, propia de quien busca una verdad objetiva, algo incompatible con la cultura de la posverdad. En tercer lugar, la fortaleza interior, ser capaz de asumir las frustraciones y los sufrimientos de la vida sin venirse abajo, porque vemos unas generaciones muy frágiles psicológicamente, con tolerancia muy baja al fracaso. Y, por último, una libertad anclada en la verdad; o, dicho de otro modo, buscar un equilibrio entre libertad y disciplina.
¿Crisis educativa es crisis en el sistema de docencia?
No hemos hecho una carta pastoral dirigida al mundo de la escuela, sino a todos los ámbitos: escuela, familia, Iglesia, educación en el tiempo libre, en las redes sociales. Hablamos del hecho educativo global.
En un Estado aconfesional, ¿la educación pública debe integrar la religión católica? ¿Y el resto de confesiones?
No me gusta la denominación de «educación pública y privada». Nosotros distinguimos entre educación de «iniciativa pública» e «iniciativa social», como es el caso de los colegios católicos y de buena parte de las ikastolas. Dicho esto, si queremos que la educación sea integral y no sesgada, cualquier escuela tiene que estar abierta a la dimensión religiosa del ser humano. Y los padres cuyos hijos se educan fuera de las escuelas católicas, también tienen el derecho-deber de hacerlo conforme a sus convicciones morales y religiosas. Y respecto a otras religiones, ni que decir tiene que apoyamos plenamente el derecho de esas familias a que sus hijos reciban una educación religiosa según su credo. Recientemente en Eibar, un grupo de familias pidió la religión musulmana para sus hijos, y el centro decidió suprimir la asignatura de religión y que no se diera ninguna. ¿Pero por qué? Tienen derecho a pedirlo.
¿Considera que la enseñanza católica está siendo «desterrada»?
Constatamos la existencia de padres que nos manifiestan la imposibilidad práctica de matricular a sus hijos en religión, bien porque no se les ofrece tal posibilidad (contraviniendo la legislación), o porque cuando optan por la asignatura, el centro les 'convence' para renunciar y sustituir la clase por otra actividad de refuerzo de otra asignatura, etc... Esos casos existen. Porque no es creíble que en Euskadi 137 centros, y en Gipuzkoa 73, tengan cero matrículas en la asignatura de religión. Se está incumpliendo la ley con la religión, pero también con su alternativa, la de ética. Existe una irregularidad bastante seria.
¿Observa algún perjuicio directo por no estudiar religión?
El principal es plantear una educación que renuncia a las preguntas últimas por el sentido de la vida. Hay una conocida expresión de Aristóteles: «No hay viento favorable para los barcos que desconocen su destino». No solo se puede vivir de preguntas inmediatas, el ser humano necesita una pregunta por la existencia.
Defiende una educación en todos los sentidos de la vida, ¿pero solo la católica satisface esa inquietud?
Los padres tienen derecho a que los hijos reciban esa educación religiosa desde sus propias convicciones, y en caso de los musulmanes será desde la suya. No pretendemos que exista una única convicción religiosa.
¿Y la alternativa de ética?
Habrá padres que entiendan que sí la satisface, pero nosotros creemos que la religión católica integra el hecho ético moral y añade una explicación última de la existencia, que es el fundamento último de la creación del mundo.
Piden a la Administración que garantice a los padres la elección de la educación de sus hijos. ¿Dónde no se garantiza?
Todos conocemos las reivindicaciones para suprimir la asignación económica a los colegios concertados, cuando se trata de destinar el dinero de los impuestos a costear el tipo de educación elegida por los padres. Y además supone un ahorro para el Estado porque el concierto es muy inferior a lo que cuesta la plaza en la red de iniciativa pública. Obviamente, aplaudimos la sentencia del Supremo que reconoce el derecho a la concertación de los centros con educación diferenciada. Los padres suelen tener mejor criterio que los poderes públicos a la hora de decidir sobre la educación de sus hijos. Hay que intentar ser lo menos intervencionista posible.
¿Cree que una segregación por sexos permite recibir una educación integral?
Las palabras también las carga el diablo. Y si habla de segregación en lugar de diferenciación, ya está cargándolas. Lo que el Tribunal Supremo dice es que hay modelos diferentes, razones que aconsejan uno y otro, y que es discutible. Por eso deja que elijan los padres.
¿Y el Estado debe facilitar todas las opciones?
El Estado debe estar al servicio de las familias en su libertad de elección, no coartarla ni pretender ejercer de papá y de mamá. La familia educa mucho mejor que el Estado.
Dan también un tirón de orejas a los partidos por modificar tantas veces la ley, sin consenso.
-Es fruto de la tentación de utilizar el sistema educativo como una forma de control de la sociedad.
Y rechazan «la intromisión» de los poderes públicos en la educación en la «afectividad». ¿Una educación integral no debe explicar la coexistencia de todas las opciones de sexualidad o de género?
La educación en el respeto a todas las personas, independientemente de su condición sexual o de otro tipo, es un elemento fundamental en la educación cristiana. Pero otra cosa es confundir la educación en el respeto con imponer en el sistema educativo una ideología que introduzca una antropología alternativa, al margen de la voluntad de los padres.
¿Explicar en una escuela esa realidad es imponer un modelo?
También lo explicamos en la escuela católica. Se enseña a respetar a todo el mundo, otra cosa es que se tome de excusa para introducir un nuevo modelo antropológico.
La Iglesia refuta la ideología de género, ¿qué es para usted?
-Permítame responderle desde las palabras del Papa Francisco: «Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada 'gender', que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Ésta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer». En la Iglesia católica existe una unidad grande en esta conciencia de que la ideología de género es incompatible con una antropología cristiana.
¿Por qué reclaman formar «con especial esmero» a los profesores de religión? ¿Les ve faltos de fe?
Eso que pedimos a los profesores de religión, lo decimos igual de los seminaristas, sacerdotes, o incluso, de los obispos. Los educadores necesitamos tener una formación permanente. Máxime cuando los jóvenes no solo buscan maestros, sino testigos. El mejor sermón es el de 'fray ejemplo'. Necesitan modelos de referencia, piden autenticidad. Que quien les hable tenga un testimonio de vida coherente. Y eso se extiende a todos los profesores... Con todo lo de la corrupción, existe una alergia al fariseísmo, a la doble vida.
¿Así que también la corrupción influye en la escuela?
En este caso, la denuncia pública que hay contra la corrupción es positiva porque afina el sentido de la justicia social. Es que el séptimo mandamiento de 'no robarás' ha derivado en fórmulas muy complejas, de guante blanco, sociedades interpuestas... (dice irónico).
¿Qué límites pondría al uso de redes sociales entre menores?
Ofrecen grandes potencialidades envueltas en no pocos riesgos: la agresividad del anonimato, la superficialidad, la pérdida de hábito de lectura, que es tremendo; el aislamiento del mundo en una burbuja narcisista... Pero la alternativa no es darles la espalda, sino fomentar un buen uso y austero.
También advierten sobre las «nuevas formas de espiritualidad» y prácticas como el yoga, el reiki...
Distinguimos entre yoga y reiki...
¿Por qué es incompatible el reiki con la fe católica?
-El cristianismo es el encuentro entre Dios y el hombre; es una llamada a salir de nosotros mismos entregándonos al prójimo. Sin embargo, una buena parte de estas nuevas «espiritualidades» no buscan el encuentro con un Dios trascendente, sino una mera introspección. Tras la Nueva Era se esconde la tentación de crear un dios a nuestra medida.
¿Y el yoga, qué riesgo tiene?
Los obispos indios hicieron una carta pastoral discerniendo el yoga como técnica de respiración o autocontrol de las emociones, de su utilización como una visión panteísta de unión con supuestas energías universales, sin entender la existencia de un Dios creador.
También lo hacen contra el consumo desmedido. ¿Observa desmesura o teme que se profanen sacramentos como la comunión o el bautismo?
La Iglesia siempre invita a la austeridad en todos los campos, incluido al celebración de los sacramentos.
¿Qué radiografía hace en este momento de la Iglesia guipuzcoana?
-Somos conscientes de nuestra debilidad en medio de la secularización, pero estamos convencidos de que tenemos una palabra de esperanza importante que aportar. Por cierto, el 2 de julio se ordenarán de diáconos, Dios mediante, dos jóvenes. Nuestra Iglesia también tiene sus alegrías. Y nos vamos reinventando con el uso de nuevas formas digitales de transmitir el Evangelio. A final de mes, inauguro una página web con más de 2.500 entradas.