(UPSA) Entre los predicadores han estado presentes: el cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez, y el pastor de la Iglesia Evangélica Española, Pedro Zamora. Esta celebración ha sido el acto de clausura del Congreso de Teología Ecuménica 'Del Conflicto a la Comunión' celebrado en la Universidad Pontificia de Salamanca, con motivo de la conmemoración de los 500 años de la Reforma.
La Liturgia es una conmemoración ecuménica, entre luteranos y católicos, que refleja en su estructura litúrgica básica el tema de la acción de gracias, la confesión y el arreprentimiento, y el testimonio y compromiso común, tal como fue desarrollado en el informe 'Del Conflicto a la Comunión' de la Comisión Luterano-Católico Romana sobre la Unidad.
Previamente a la Liturgia, el secretario general de la Federación Luterana Mundial, Martin Junge, pronunció la conferencia 'Reorientándonos: Del Conflicto a la Comunión' en la que destacó la estrecha colaboración con el Pontificio Consejo «con el que vamos adelantando los procesos ecuménicos, pero que tienen poco sentido si no tienen raíces y arraigo en la realidades locales», apuntó. El secretario se comprometió a contribuir a «crear este arraigo, una relación bidireccional, ya que lo que está ocurriendo localmente debe indicidir también en los procesos globales ecuménicos». Para el reverendo «nuestros compromisos deben ser siempre decididos pero al mismo tiempo muy sobrios». Aludiendo a la celebración de Lund el secretario afirmó «es más lo que nos une que lo que nos divide. Es un año cargado de significado, son 1.500 años de historia común, la historia de las iglesias luteranas no comienza en 1.517 sino en los tiempos de los primeros apóstoles (...) Sin embargo, esa convicción tan obvia sigue tardando en imponerse en la vida de nuestras respectivas comuniones», indicó. «Las narrativas se han sentado en destacar las diferencias, han hecho de la división su punto de partida, antes que la unidad. Los 500 años de la Reforma ha sido el punto de inflexión que comienza a dar paso a otro discurso, que permiten adoptar nuestra historia común desde una perspectiva de unidad».
Para el secretario general existen tres factores que influyeron de forma determinante para que la conmemoración conjunta de Lund se celebrara: la oración constante «de individuos que hicieron de la unidad su petición constante»; el ecumenismo del servicio «la diaconía como expresión de fe constituyó un espacio para descubrirse mutuamente y para reconocer una unanimidad desconocida de las convicciones de fe compartida»; el tercer factor son los diálogos ecuménicos bilaterales entre la Iglesia Católica y la FLM iniciados en 1967. En la actualidad para el secretario general «no lograremos avanzar si no incluimos la responsabilidad de cuidado recíproco (...) Los pasos siguientes deben ser pasos posibles desde un punto de coherencia teológica, dentro de nuestra respectiva comunión y dentro de sus marcos institucionales y políticos. La única forma para la Federación de poder seguir avanzando es hacelo conjuntamente», afirmó. La intención declarada publicamente en Lund puede manifestarse, según Junge, en varios ejes concretos: las liturgias comunes «es alentador la recepción de los diálogos en lo local y las réplicas de Lund en otras partes del mundo»; el segundo eje es que «no haremos por separado lo que podemos hacer conjuntamente», el tercer eje es la tarea teológica iglesia- ministerio-eucaristía «que requerirá de más estudio y diálogo entre católicos y luteranos. (...) Su carácter sacramental y la definición teológica del ministerio y su publicación dentro del contexto eclesial no ofrece hasta el momento una base común con la suficiente convergencia como para seguir avanzando en los procesos de unidad». Y el cuarto eje se centra «en el discernimiento teológico con sensibilidad y responsabilidad pastoral».
Posteriormente, el secretario del 'Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos', Brian Farrell, realizó una reflexión ecuménica conclusiva en la que expresó que «el Concilio Vaticano II necesita una aplicación más real. Sobre la base de esta renovada eclesiología, no hemos percibido una reforma profunda del modo de vivir, de gobernarse y de estar de la Iglesia». Y aludiendo a las palabras del Papa Francisco sobre la reforma de la Iglesia «si no nos reformamos, no tendremos un camino común hacia la unidad de los cristianos», indicó. «El ecumenismo depende de la reforma de los cristianos», afirmó.
Farrell destacó también una visión positiva de futuro centrada en: un ecumenismo espiritual «es el alma de todo, es un trabajo difícil pero es lo que va a mover al pueblo de Dios hacia la unidad»; la celebración de Lund «porque no hemos entendido todavía todas las implicaciones que han supuesto este evento». Y la reforma de la Iglesia católica centrada en: el primado, en las Conferencias Episcopales y en la figura del obispo «basada en una iglesia no corporativa, sino personal». «El gran enemigo de esta reforma es la superficialidad. Y el desafío ahora es mover una Iglesia con gran número de fieles con diferencias sociales y culturales y es el mejor paso que podemos dar para seguir en la unidad», apuntó.