(NPR/InfoCatólica) La parroquia católica de San Jerónimo y su escuela afiliada, Academia San Jerónimo, han experimentado un crecimiento tremendo en los últimos pocos años, debido principalmente a la afluencia de familias atraídas por su notoriedad como refugio de católicos fieles al Magisterio que buscan vivir entre otros que compartan sus principios.
«La vida parroquial era muy importante para nosotros» dice Daniel Gibbons, de 40 años, profesor de la Universidad Católica cercana a Washington D.C., que se trasladó a Hyattsville con su joven familia hace cuatro años. «Por mi propia infancia, sé que puede ser muy difícil criar niños como católico si no se tiene una comunidad de otros católicos que intentan vivir realmente la fe en su día a día y criar sus hijos de modo armonioso con su fe».
Varias de las nuevas familias de San Jerónimo habían estado educando en casa (homeschooling) a sus niños, después de experiencias decepcionantes tanto en escuelas parroquiales como públicas.
«La educación basada en la fe era muy importante para nosotros», dice Julia Dickson, de 37 años, quien se trasladó con su marido de un barrio de Baltimore a Hyattsville hace dos años. «No había un colegio privado que yo viera que fuera diferente de cualquier colegio público con clase de religión añadida», dice. «Quería uno en el que el Señor sea el centro durante todo el día».
La Academia San Jerónimo, que casi tuvo que cerrar hace ocho años por dificultades financieras y por su bajo número de matrículas, ha revertido su situación después de cambiarse a un currículo «clásico» con intenso énfasis en historia de la civilización occidental, con referencias continuas a la Biblia y al desarrollo de la fe cristiana.
La ciudad de Hyattsville, que tiene apenas 17.000 habitantes, ya atrae solo por sí misma a estas jóvenes familias católicas. Aunque está situada en las afueras de la ciudad de Washington, tiene zonas peatonales muy amplias por tener su origen histórico en una comunidad asentada allí antes de la era del automóvil. Un punto de reunión clave es la cafetería «Vigilante Coffee Roastery & Café», situada a la vuelta de la esquina de la iglesia y del colegio. Las jóvenes madres, muchas con carrito de bebé, se juntan allí todas las mañanas. El gerente del café es un antiguo profesor de Los Ángeles que también hace de catequista de jóvenes en San Jerónimo.
Casi todas las familias viven en un radio de dos millas
«Nuestros niños están continuamente en las casas de otros», dice Michelle Trudeau, de 48 años, madre de seis niños, que educó en casa sus cuatro hijos mayores antes de matricularlos en la escuela parroquial, donde ahora es gerente. «Como padres, sabemos que no tenemos que preocuparnos de lo que pasa en la casa de otro», dice. «Sabemos que si les pasa algo a nuestros niños, los otros padres cuidarán de ellos. Todos nos hacemos padres de los niños de los otros».
La fuerte cohesión de la comunidad católica de Hyattsville se creó deliberadamente, no surgió de forma casual. La figura clave en su desarrollo fué Chris Currie, antiguo ejecutivo de voluntariado que se trasladó a Hyattsville hace 20 años y ahora es el responsable de la mejora institucional de la escuela parroquial.
«Todo comenzó cuando me puse a invitar a venir aquí a gente que conocía», dice. «La familia de mi hermana fue la primera en venirse, y después un par de amigos. Otras familias fueron viniendo a formar parte de la fundación, y entonces por el boca a boca la gente lo fue conociendo y vino aquí por la intensa vida comunitaria».
Vida semi-monástica
Como comunidad «propositiva», con su centro en la parroquia y en la escuela, Hyattsville llamó la atención de Rod Dreher, escritor especializado en cultura cristiana. En su reciente y exitoso libro «La opción Benito: una estrategia para cristianos en una nación post-cristiana», que ha generado mucho debate, Dreher urge a los cristianos conservadores estadounidenses a retirarse de la guerra cultural y de la política de partido para, en cambio, concentrarse en profundizar en su propia fe mediante una vida semi-monástica. El modelo de Dreher es San Benito, el monje del siglo VI considerado como el fundador del monacato occidental.
«Tenemos que desarrollar soluciones comunitarias creativas que nos ayuden a mantenernos en nuestra fe y valores en un mundo cada vez más hostil a ellos», escribe Dreher. Describe en su libro la comunidad católica de Hyattsville como «un modelo consistente para estar en el mundo pero sin ser del mundo».
En una entrevista con NPR, Dreher lamentó la susstitución de la cristiandad «tradicional» por un «pseudo-cristianismo» el cual consiste «sólo en sentirse bien y feliz contigo mismo».
«Para mucha gente de la era moderna», dice Dreher, «la religión se ha convertido en una especie de ayuda psicológica. Se ha convertido en una forma de racionalizar lo que vamos a hacer de todos modos, echando por encima un poco de salsa de Jesús para que sea más fácil de tragar».
Hay poco de «pseudo» en el catolicismo que se vive en Hyattsville. Se reúnen regularmente grupos de estudio de la Biblia, y más de una docena de mujeres de la comunidad se reúnen semanalmente para rezar juntas el rosario, un hábito que en general se ha convertido en poco frecuente entre los católicos. Esas mujeres rezan con el ruido de bebés llorando y niñitos chillando.
«Estamos muy abiertos a la vida», explica Jane Murphy, de 32 años, que tiene tres niños menores de 5 años. «En la Iglesia Católica no creemos en la anticoncepción artificial, ¡y el resultado es un montón de bebés!».
La adhesión de la comunidad a la doctrina oficial de la Iglesia también trae como consecuencia que los católicos de Hyattsville estén cada vez más confinados a ser una minoría cultural. Rechazan, por ejemplo, los modelos de familia que no son fieles a las enseñazas de la Iglesia.
«Pienso que lo que la Iglesia enseña sobre el matrimonio es lo mejor para la vida familiar», dice Gibbons, profesor de la Universidad Católica.
Sin embargo, si esta comunidad representa o no la «Opción Benito» de Dreher, no está claro para todos, en parte porque buena parte de los católicos de Hyattsville están profundamente integrados en la sociedad general y dicen que no se sienten marginados ni aislados.
Muchos tienen titulaciones superiores y trabajos profesionales. A diferencia de otros cristianos conservadores, no son fácilmente clasificables políticamente, y sus votos están divididos a partes iguales los candidatos en las elecciones de 2016.
Currie, el fundador de la comunidad, en busca de algo similar, apela a la experiencia de los primeros cristianos en el imperio de Roma, cuando florecieron a pesar de la feroz persecución.
«Ellos vivieron vidas alegres, y atrajeron conversos con el ejemplo de sus vidas», dice. «Creo que eso es lo que estamos intentando hacer, vivir como ellos lo hicieron. No vivir a la defensiva, en una especie de reacción xenofóbica paranoica frente al resto de la sociedad, sino teniendo presente que todos somos seres humanos creados a imagen de Dios, y vivir nosotros mismos esa vida y compartirla con nuestros vecinos».
Hay críticos que dicen que la gente que elige deliberadamente vivir en una comunidad de similar mentalidad a la propia, corre el riesgo de no estar preparada para afrontar los desafíos y aprovechar las oportunidades de una sociedad plural, pero los católicos de Hyattsville cuestionan esa premisa.
«Para mí personalmente», dice Murphy, «vivir en esta comunidad ha fortalecido mi fe de modo que ahora puedo salir a la comunidad general, la comunidad secular, y hablar con confianza en mí mismo sobre mi fe. Puedo ser receptivo con otras personas y a la vez sentirme seguro hablándoles de mi fe».
Traducido por Antonio Pérez Igualador, del equipo de traductores de Infocatólica