(ACI Prensa) En declaraciones a ACI Prensa, el purpurado se refirió al ataque que sufrió el 12 de abril por parte de simpatizantes del gobierno de Nicolás Maduro al final de la Misa que celebró en la Basílica de Santa Teresa, donde se encuentra la imagen del Nazareno de San Pablo.
El ataque contra usted ¿a qué cree que se haya debido?
El ataque contra mí, en un acto sagrado de gran solemnidad y masiva concurrencia popular,-como es el culto al Nazareno de San Pablo, semejante al Señor de los Milagros del Perú-, se debe simplemente a que el gobierno, lamentablemente, no acepta críticas de ningún tipo.
Los obispos venezolanos siempre hemos tenido una actitud respetuosa ante el gobierno, pero con autonomía e independencia crítica. Y ante el deterioro de la situación económica, política y social de los últimos tres años, hemos indicado algunos de los errores que están cometiendo, y hemos hecho insistentes llamados a un cambio de rumbo. Esa es la razón para los ataques contra mí, contra el Cardenal Porras, y en general, contra el Episcopado. El gobierno no tolera crítica alguna.
¿Por qué cree que el gobernador de Mérida los ataca a usted y al Cardenal Porras?
Esa es la razón por la que también el Gobernador de Mérida nos ataca.
¿Qué está haciendo la Iglesia ante esta problemática?
Ante la actual problemática del país, el Episcopado ha indicado la necesidad de cambiar de rumbo, de instaurar un diálogo real, concreto y para resolver los problemas, y la necesidad de liberar a los presos políticos, y convocar las elecciones que están ya previstas. Además, la necesidad de reconocer las facultades constitucionales de la Asamblea Nacional. Con respecto al problema de la escasez de alimentos y medicinas, hemos promovido una atención especial para los más pobres, ofreciendo en muchas parroquias comida cada cierto tiempo a un número cada vez mayor de indigentes. Es un programa que se llama «Ollas Solidarias».
¿Qué puede hacer el católico de a pie ante esta crisis?
En cuanto a qué puede hacer el católico común: pues por supuesto orar con intensidad para que se resuelvan los problemas y el actual conflicto político de manera pacífica; pero además, ser un buen ciudadano, y actuar cívicamente y dentro del marco de la ley en la defensa de nuestros derechos y los derechos de los demás.