(Gaudium Press/InfoCatólica) «Cuando la sociedad vive el estado de ánimo de caminar a la Pascua, la certeza de la vida que vence a la muerte, es imperativo volver a salir en defensa de la vida de aquellos que no tienen voz», indicó el prelado.
«Vivimos en tiempos en los que hay una necesidad urgente de oración y unidad del pueblo cristiano a favor de nuestra amada nación, ante tantas amenazas a la dignidad humana y la paz. Y de todas estas amenazas a la dignidad, ¿cuál podría ser mayor que la que sentencia a muerte a los ciudadanos inocentes que sólo buscan vivir?», cuestionó el purpurado, quien recomendó trabajar para «construir un clima de respeto a la vida y no para fomentar la violencia para matar a personas inocentes».
Sobre la situación de los infantes amenazados por el aborto, el cardenal indicó que la situación crea para Brasil «algo parecido a lo que muestra el Apocalipsis en su narración sobre 'la mujer que está a punto de dar a luz un hijo y que es perseguida por el dragón que anhela violentamente devorar al niño por nacer'». «Y este dragón ahora tiene un nombre: se llama 'cultura de la muerte', y lleva a cabo su vuelo asesino sobre nuestras cabezas, a través del aborto, cobrándose vidas. La guerra contra la vida es el fin de la paz y el comienzo de una era de destrucción de todo lo que es bueno y valioso».
Esta tendencia contradice el mensaje de Cristo, quien se identifica personalmente con lo que se haga a los más pequeños. «Nosotros, pastores del pueblo de Dios, rechazamos con vehemencia aborto en todas sus formas, así como su despenalización», indicó el cardenal. «Exigimos, en el respeto a la vida y al pueblo brasileño, que las autoridades civiles se unan a nosotros en esta búsqueda de la paz y del progreso de nuestro país, a partir del derecho a la vida, defendida sin excepción, desde el momento de su concepción hasta su final natural».