(REL/InfoCatólica) La ideología de género es una «pretensión diabólica» que busca «usurpar el lugar de Dios y corregir su creación», afirmó el cardenal Norberto Rivera, arzobispo de México, durante la misa crismal del Jueves Santo en la catedral metropolitana.
El purpurado recordó que «la sexualidad nos viene dada como un don, no es una construcción social o mental por la que podamos hacer una elección caprichosa o patológica».
«Hoy se pretende enmendar la plana a Dios», continuó: «Es tanto como decir: tu creación no está bien, y yo la voy a corregir, yo te voy a enseñar lo que es bueno y malo, porque yo soy conocedor del bien y del mal».
Ante esta situación pidió la reacción de obispos y sacerdotes: «Nosotros, pastores del Pueblo de Dios, no podemos ser como dice Isaías: “Perros mudos, que ven el peligro y no lo advierten”, que observan cómo el mal y su ideología satánica empieza a contaminar a las familias, y sobre todo a los niños y jóvenes, y no dicen nada, no previenen la catástrofe».
«O algo peor», continuó, «se empiezan a contaminar con estas ideas viéndolas como progreso, incluso como derechos humanos, y simpatizan con ellas. ¡Cuidado con la corrupción de nuestra conciencia y la de quienes nos han sido confiados! Atentos a la perversión, que no es otra cosa sino aquello que dice el profeta Isaías: “Ay de los que llaman mal al bien y bien al mal”».
Corrupción, avaricia, violencia, aborto
El arzobispo de México denunció también, según recoge Aciprensa, «el egoísmo de quienes viven en una insultante opulencia a costa de la miseria de millones de pobres que carecen hasta de lo más elemental».
Y mencionó «el caballo apocalíptico de la violencia, que ocasiona en nuestro país estragos espantosos: muertes atroces que ya vemos como cotidianas y no nos conmueven, personas descuartizadas, fosas clandestinas, desaparecidos, secuestros, feminicidios».
Entre los asesinados, numerosos sacerdotes, «muchos de ellos ultimados por ser fieles a su ministerio, otros secuestrados y extorsionados”: “Tal pareciera que ha desaparecido toda consideración y respeto por la dignidad humana, por el hombre y la mujer creados a la imagen de Dios, redimidos con la sangre de Cristo y por lo mismo intocables en su dignidad».
«Muchos de estos males», dijo, se originan en «el pecado de la corrupción, esa avaricia que en México es ya insoportable y desmedida».
En cuanto al aborto, lamentó: «Y ¿qué decir de la más cruel de las violencias: el asesinato de miles de niños en el seno de sus madres, el drama de estos inocentes que son desechados como una amenaza y cuya aniquilación ahora es vista, no como lo que es: un delito, sino como un derecho?»
Cristo, la esperanza
Frente a ese panorama, el cardenal Rivera proclamó la esperanza en el Salvador: «Cristo es el es el Alfa y el Omega, el principio y el fin, y nosotros, sus sacerdotes, debemos tener plena confianza en su victoria final».
«Queridos sacerdotes: fortalezcan a su pueblo con esta esperanza, no desfallezcan ni cedan al desánimo, no claudiquen ante el avance del mal y el triunfo de los malvados; anuncien y defiendan en todas partes la verdad del Evangelio», concluyó.