(InfoCatólica) El cardenal Gerhard Müller asegura que bajo el papa Francisco, la Iglesia no ha cambiado su enseñanza sobre la inmoralidad de la cohabitación, el adulterio, el divorcio o la homosexualidad, y ciertamente no ha abierto la puerta a la comunión eucarística.
El purpurado alemán añade además que permitir la comunión de los divorciados vueltos a casar daría una imagen equivocada de Dios y una «interpretación falsa de la misericordia»
El cardenal recuerda las razones por las que no pueden comulgar ni aquellos que están en pecado mortal ni quienes, independientemente de su imputabilidad, viven públicamente en una situación objetiva de pecado.
Igualmente ha advertido que se interpretan mal algunas declaraciones del papa Francisco, como por ejemplo aquella en la que dice que la Eucaristía no es un premio para los perfectos sino medicina y alimento para los débiles, que, según el Prefecto de la CDF, no significa que cualquiera pueda comulgar aun estando en pecado mortal.
Otro ejemplo abordado por el prelado es la afirmación "¿Quién soy yo para juzgarle?" del Papa respecto a los homosexuales. Müller indica que no significa que haya cambiado algo del dogma de la Iglesia sobre la naturaleza de los actos entre personas del mismo sexo y recuerda que aunque solo Dios juzgará a todos al final de los días, la Iglesia tiene la autoridad para juzgar la moralidad de situaciones concretas.
El cardenal aborda otros asuntos en el libro. Por ejemplo, recuerda que la enseñanza de la Iglesia sobre la ordenación sacerdotal reservada a los hombres ha sido definida de forma infabible por el Magisterio ordinario, lo cual implica que no puede ser cambiada. En cuanto al celibado sacerdotal, el purpurado advierte que no se pueden pasar por alto unilateralmente las declaraciones de los papas, a lo largo de los siglos, sobre la cuestión.
En cuanto al protestantismo, el cardenal Müller sentencia que los católicos no tenemos nada que celebrar por lo ocurrido el 31 de octubre de 1517. Y argumenta que si se cree que la Revelación (Escritura y Tradición) ha sido preservada por la fe, la liturgia, los sacramentos y la constitución jerárquica de la Iglesia, no se puede admitir que hubiera razones para la ruptura protestante.