(Aica) El Congeso fue presentado en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, entre otros, por el presidente del Comité pontificio de ciencias históricas, el padre premonstratense Bernard Ardura, quien estuvo acompañado por el profesor Johannes Grohe, catedrático de historia medieval en la Universidad pontificia de la Santa Cruz.
Interrogado por la agencia ZENIT, el padre Ardura señaló que en la Reforma, «hay relecturas que permiten descubrir que existieron malentendidos y esto lo hemos ya vivido con las Iglesias Ortodoxas». Señaló por ejemplo el tema de la justificación, sobre la fe y las obras, que era central en la Reforma y que recientemente «fue objeto de un acuerdo entre las dos Iglesias, que permite entender que con palabras diversas tenemos una comunión en la misma fe» (1)
Reconoció entretanto que quedan pendientes «otros aspectos, como la constitución misma de la Iglesia, el rol del ministerio en el interior de la Iglesia, la sucesión apostólica, el lugar de los sacramentos». Todos estos son «temas que aún se mantienen aún abiertos».
«La perspectiva histórica -prosiguió el presidente del Comité pontificio de ciencias históricas- nos permite entender más en profundidad. Porque Lutero no llega en medio de una Iglesia en decadencia», por el contrario «llega en una Iglesia que ya conoce, en la segunda parte del siglo XV, elementos de reforma».
Aseguró que en el congreso «presentaremos tantos ejemplos en varios países de Europa, a nivel de los obispos, pero sobre todo las reformas en el interior de las órdenes religiosas, sean Benedictinos, Premonstratenses, Cistercienses. Sea en Inglaterra, Bohemia, Italia o en Francia».
Así la perspectiva histórica «permite entender mejor otro aspecto: cuáles son los elementos no teológicos que llevaron a la ruptura. No nos olvidemos que en Alemania existían tensiones entre los príncipes y el emperador de que era la cabeza del Sacro imperio católico y era la encarnación del imperio católico». Y recordó que el emperador era llamado «majestad imperial apostólica».
En ese contexto «el protestantismo encontró especialmente en los príncipes alemanes su punto de difusión». Sin olvidar «aspectos económicos como la secularización de los bienes eclesiásticos».
Por todo esto «solamente las cuestiones teológicas no explican la reforma luterana», indica el profesor Ardua, porque «la Iglesia es «semper reformanda», y ya entonces la Iglesia que estaba en un proceso de reforma».
«Al inicio Lutero -explica el profesor- quiere un camino espiritual, hacer una reforma en el interior de la Iglesia, pero después hay una evolución y una presión de todas las partes, que desembocarán en la ruptura».
El desafío pero, era «coincidir en comunión», como lo fueron las reformas que la Iglesia tuvo en el interior a lo largo de los siglos.
Otro aspecto que señaló el director del Comité histórico, «es la praxis concreta de las indulgencias, que es la chispa que hace incendiar la pólvora. Porque hay modos de hacer que uno se da cuenta después de tanto tiempo, que no están en consonancia con la realidad espiritual». Y precisó esta idea indicando que «aún hoy cuando se piden indulgencias a la penitenciaría apostólica, está escrito en grandes letras: ‘esto es gratuito’, Porque la indulgencia es un don de Dios que no se compra. Y existieron modos de hacer que eran muy contestables».
El Congresto tendrá lugar del 29 al 31 de marzo en el Instituto María Santísima Niña, de Roma.
(1) Nota de InfoCatólica:
La realidad es que centenares de teólogos luteranos, así como la iglesia evangélica danesa -igualmente luterana- rechazaron ese acuerdo, que tampoco implica que haya una fe común sobre la justificación.