(Vanguardia/InfoCatólica) En su homilía dominical, el arzobispo primado de México dijo que «para algunas personas, el Papa, los obispos y los sacerdotes no deberían tocar en su predicación los problemas éticos, sociales, políticos, económicos y familiares».
Advirtió que solo «tendrían mucha razón los que esto afirman si los temas fueran tratados desde el punto de vista técnico, desde el punto de vista estratégico o desde el punto de vista de la elocuencia o de la sabiduría humana».
No obstante remarcó que no abordar esos tópicos, «no anunciar a Jesucristo en relación a las realidades del mundo, sin relación a nuestra tierra, sería mutilar el evangelio, sería presentar una caricatura de Jesucristo», el cual «realmente se encarnó, vino a nosotros, entró a nuestra historia».
El purpurado remarcó que todos los bautizados deben ser «testigos de Jesucristo en estas realidades cotidianas, en la vida que realmente lleva el ser humano. Anunciar a Jesucristo sin relación a esas realidades del mundo, sin relación a nuestra tierra, sería como presentar a un Jesús descarnado».
Destacó la necesidad de llevar a cabo «obras de justicia social, lo que llamamos derechos humanos fundamentales» y remarcó que un «problema serio» que se presenta «en nuestro continente es el divorcio que tenemos entre la fe y la vida, la separación que hacemos entre el culto a Dios y la vida de todos los días».
En cuanto a la violencia que se ha «arraigado en nuestra sociedad» llamó a participar en «proyectos de paz, justicia, educación, salud, vivienda».
Así mismo sobre los «atropellos que sufren los más débiles, como los no nacidos» exhortó a no solo a participar en la «denuncia», sino también en «programas de concientización sobre los derechos humanos y sobre todo en programas de promoción y significación social».