(NCRegister/InfoCatólica) En una declaración publicada el 1 de febrero, las International Confraternities of Catholic Clergy (Confraternidades Internacionales del Clero Católico) indican que «una interpretación auténtica» de Amoris Laetitia, en sintonía con el magisterio y la práctica constantes de la Iglesia, sería de un «gran valor» ante las «persistentes y generalizadas divergencias de interpretación y las crecientes divisiones en las prácticas.»
Asimismo, expresan su agradecimiento a los cuatro cardenales que el año pasado remitieron al Papa Francisco las dubia –cinco preguntas en las que se pide esa aclaración–, señalando que la aclaración es «manifiestamente necesaria a fin de corregir el uso abusivo de la Exhortación Apostólica para menoscabar la santa Tradición.»
Desde su publicación en abril del año precedente, el documento papal de recapitulación del Sínodo de la Familia ha suscitado interpretaciones muy diferentes, algunas de las cuales han sido criticadas por erróneas y por representar una ruptura con el magisterio de la Iglesia. El punto más polémico ha sido si ciertos divorciados unidos en segundo matrimonio civil pueden recibir la Sagrada Comunión tras un período de discernimiento.
Según los críticos, esa disciplina sacramental es contraria al magisterio constante de la Iglesia, mientras que los defensores de esta tesis insisten en que sería un desarrollo lícito de la doctrina. El Papa ha dado a entender que se decanta por esta última tesis, pero aún no ha declarado formalmente si acepta o no que los divorciados casados de nuevo civilmente puedan ser admitidos a la Sagrada Eucaristía.
Las Confraternidades aseguran que decidieron efectuar esta declaración «por amor a la Iglesia y temor por la salvación de las almas», y añaden que, al igual que con las dubia, su actuación se ha realizado «con profundo respeto por nuestro Santo Padre» y «no debe utilizarse en modo alguno para promover divisiones en la Iglesia».
Subrayan que «el grave peligro para la unidad de la Iglesia derivado del creciente relativismo moral ha de afrontarse honestamente y corregirse con claridad,» y agregan que la complejidad de las situaciones por las que hombres y mujeres atraviesan hoy en día implica que la Iglesia debe exponer sus enseñanzas de forma «valiente y clara». Afirman asimismo que es «esencial» que la disciplina y la práctica de la Iglesia estén en consonancia con sus enseñanzas.
Los sacerdotes recalcan la importancia de dejar claro que la Sagrada Eucaristía «no puede administrarse a quienes eligen vivir en una relación sexual con otra persona que no es su cónyuge matrimonial legítimo».
Estos fieles deben «integrarse en la vida de la Iglesia en la mayor medida que permitan sus circunstancias».
Frente a las interpretaciones de algunos obispos que subrayan la primacía de la conciencia sobre la enseñanza moral objetiva de la Iglesia, los sacerdotes sostienen que «la conciencia no es una ley en sí misma que sustituya la santa ley de Dios por el juicio privado, sino un eco de la voz del Creador.»
Dicen que «la dignidad de la conciencia necesita ayuda para superar toda ignorancia y quedar protegida de una ‘ofuscación progresiva por el hábito de pecado».
El Cardenal Müller manifiesta las mismas inquietudes
Las inquietudes expresadas por estos sacerdotes se han visto reflejadas en una nueva entrevista, publicada esta semana, al cardenal Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El cardenal, en su entrevista con la revista mensual italiana Il Timone, (tal como indica el vaticanista Sandro Magister aquí en español), subrayó que Amoris Laetitia debe interpretarse a la luz de la totalidad de la doctrina de la Iglesia, que no puede existir una «contradicción entre doctrina y conciencia personal», y que «la tarea de los sacerdotes y obispos no es crear confusión, sino aportar claridad.»
La entrevista ha coincidido con las directrices publicadas por la Conferencia Episcopal Alemana que afirman que los divorciados vueltos a casar pueden recibir los sacramentos «en casos concretos.»
«Amoris Laetitia abre la posibilidad de recibir los sacramentos tras un proceso de discernimiento y formación de la conciencia,» aseguran los obispos. Sin embargo, añaden que ello no significa que «todos los fieles cuyo matrimonio haya fracasado y los divorciados y casados de nuevo civilmente» vayan a recibir, sin distinciones, los sacramentos.
Los comentarios del Cardenal Müller y las directrices de los obispos alemanes no parecen diferentes a primera vista pero, en cierto sentido, se contradicen entre sí. Seguiría siendo posible denegar, caso por caso, los sacramentos a los divorciados recasados. Sin embargo, tales casos serán meramente teóricos. Según una fuente eclesiástica, «lo que el Cardenal Müller excluye en todos los supuestos pasa a ser una opción para los obispos alemanes». En resumen, «la excepción se convierte en regla.»