(La Nación) Al ser consultado en una entrevista para el programa No se puede vivir del amor, con Franco Torchia, por Radio Ciudad, sobre el aumento de los femicidios y la violencia de género, Aguer dijo: «Sin duda que se ha dado una racha, ahora la comunicación pone en evidencia estos casos, tremendos. Se ha dado una racha de este fenómeno, el femicidio, por ejemplo, y los maltratos. Y yo creo que en buena parte tiene que ver con la desaparición del matrimonio. El matrimonio dignificaba a la mujer, la ponía en una situación de igualdad con el hombre. Pero hoy día, incluso en las leyes, en el código civil, lo he dicho con una expresión un poco brutal, si se quiere, para las leyes vigentes, el matrimonio no existe más, se ha convertido en un rejunte provisorio. Daba una estabilidad a la familia y a la mujer un respaldo. Eso lo he visto, he visto cómo funcionaba la familia antes», reflexionó Aguer.
Y continuó con la idea de la disolución del matrimonio: «No dura ya. Cuando yo fui ordenado como sacerdote en 1962, recuerdo que mi primer párroco me dijo, acá no se casa nadie sin la libreta del civil. Para nosotros era importante saber que esa persona no había estado casada antes. Porque el matrimonio para nosotros era indisoluble. Pero hoy en día, lo ha dicho el papa Francisco, la tendencia es a no casarse. Y el matrimonio está desvalorizado. Desde el punto de vista pastoral, a mi me da lo mismo si están casados o ni por civil. A mi lo que me importa es si tiene las condiciones para valorar el sacramento del matrimonio. En ese sentido digo, esa precariedad. Uno ve en las noticias, no hay más parejas sino ex parejas».
¿Por qué habría un valor en sí mismo en la perduración del vínculo?, se le consultó. «Es importante en sí mismo porque para eso están hechos el varón y la mujer. Por supuesto, desde una tradición clásico-cristiana. Evidentemente la unión del varón y la mujer tiene un doble sentido, es unitivo, el encuentro de almas y cuerpos. Y otro es expropiativo, es la creación de la vida. Esta estabilidad da estabilidad y derecho a los hijos», contestó.
Y abundó sobre el abuso a menores: «La cuestión tremenda hoy día del abuso sexual de los niños, que es un crimen abominable, la mayor parte de esos fenómenos ocurren en el seno de las así llamadas familias. La mayor parte son los padrastros y a veces el padre del chico o la chica. Por supuesto cuando lo comete un cura es peor ese delito. Todo eso tiene que ver con la disolución del vínculo familiar que estaba en el vínculo indisoluble», dijo.
Luego se le consultó sobre la relación entre la Iglesia y el Estado en la Argentina desde que asumió Francisco: «Desde el punto de vista institucional de ninguna manera [hubo un cambio]. En todo caso pueden cambiar las relaciones y acentos entre las personas. Eso que decís de que porque el Papa es argentino hay un furor católico, yo nunca lo creí. Para muchísima gente es un honor que el Papa sea argentino», dijo.
«Muchos piensan que la iglesia sí ha tenido intervención en ámbitos del Estado, como en la concepción de la vida, de la pareja», le dijo el periodista que lo entrevistó: «No, yo no suscribiría a esa afirmación. Me parece que el Código Vélez Sársfield era una obra maestra que no debía ser tocado y fue destruido. Y el código actual, sí, todavía el aborto no está legalizado de una manera general, pero incluso hay jurisprudencia que van multiplicándose donde no se respeta la vida del niño por nacer. Ahora bien, en cuanto al matrimonio y la familia, el código actual la ha convertido en un rejunte», dijo.
Respecto de la homosexualidad dijo: «Acá nadie es amigo o enemigo de los gays. Hay una doctrina de la iglesia sobre eso. Que la respeta tanto Bergoglio como yo», respondió.
«¿Esa doctrina es inamovible?», se le consultó. «Sí, y estará», respondió.