(AsiaNews/InfoCatólica) Mons. Martin Jumoad, arzobispo de Ozamiz ha hecho un llamado al gobierno de Manila para frenar el reclutamiento de niños en el ejército y en los grupos rebeldes; mejorar las condiciones de vida y la educación de los menores de Mindanao.
«Nuestro gobierno debe redoblar los esfuerzos para ganar la simpatía de las jóvenes generaciones, y atraerlos a la bondad».
Mindanao es una isla ubicada en el sur de las Filipinas, que comprende algunas zonas cuya población es en su mayoría islámica, y donde operan distintos grupos rebeldes (islámicos y comunistas). Según Mons. Jumoad, el reclutamiento de menores en las filas de milicianos no es algo nuevo, y es una práctica de muchos grupos, como el Maute (un movimiento islamista que se hace llamar «Estado islámico de Lanao»).
El arzobispo atribuye como causas las condiciones de pobreza y la falta de guía de los padres, que a menudo impulsan a los jóvenes a unirse a los grupos rebeldes, porque entrevén posibilidades fáciles de ganar dinero:
«Nosotros y los catequistas tenemos el deber de llegar a estas periferias y compartir sus necesidades, a fin de que los valores del Todopoderoso sean conocidos y vividos por todos», agregó.
Afirma Mons. Juamoad, que el reclutamiento de menores es una violación a los derechos humanos:
«Es increíble que los niños sean usados como soldados. Mindanao no será jamás un lugar de paz mientras estos niños sean expuestos a la violencia. Los niños deben asistir a la escuela. De este modo, toda la región tendrá un futuro luminoso».
El mayor grupo armado que opera en Mindanao está compuesto por los ex rebeldes del Frente Moro de Liberación Islámica (MILF), que durante décadas ha tratado de lograr la independencia de la región, rica en recursos mineros. La guerra que derivó de ello ha costado la vida a miles de personas y de hecho ha impedido explotar las riquezas del subsuelo, valuadas en torno a los 312 millardos de dólares. El 24 de enero de 2014 el MILF y Manila suscribieron un acuerdo de paz en Kuala Lumpur.
Durante los años que duró la guerra, e incluso ahora, se calcula que cientos de menores han sido obligados a abandonar sus casas para unirse a los rebeldes. No todos reciben un adiestramiento militar, sino que son usados (a veces incluso remunerados) para desempeñar diversas actividades.