(La Nuova Bussola/InfoCatólica) La diócesis católica de Mostar-Duvno, en Bosnia-Herzegovina, es conocida en todo el mundo por el hecho de que según el testimonio de seis videntes, dentro de sus fronteras, más precisamente en Medjugorje, desde el 24 de junio de 1981 aparece la Santísima Virgen bajo el título de Reina de la Paz.
Precisamente la gran afluencia de peregrinos de todo el mundo, hace que sea muy importante la reciente circular enviada por el obispo mons. Ratko Peric a los sacerdotes de su diócesis y de Trebinje-Mrkan, que gobierna en calidad de administrador apostólico, sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión. Esta circular no es de interés exclusivamente local, sino que se refiere a todos los sacerdotes que -tal como se indica en la declaración de Zara de 1991 de la entonces Conferencia Episcopal yugoslava sobre los eventos de Medjugorje- acompañan espiritualmente a los fieles que acuden allí, «de modo que en Medjugorje y con Medjugorje se pueda promover una sana devoción a la Santísima Virgen María, en armonía con la enseñanza de la iglesia».
Cita documentos magisteriales de los últimos treinta y cinco años
En esta circular, Mons. Peric cita varios documentos pontificios publicados en los últimos treinta y cinco años, en los cuales, afirma, «se enseña de manera clara e inequívoca que los católicos válidamente casados que posteriormente se divorciaron y se hallan en nueva unión, no pueden recibir la Sagrada comunión hasta que se solucione su situación, que está en contradicción con la ley de Dios». Sin embargo el obispo añade que los sacerdotes no deben romper el vínculo que une a estas personas a la fe y a la iglesia y que, «especialmente si están sufriendo de una enfermedad grave o en el lecho de muerte», deben visitarlos y ofrecer por ellos «las oraciones y Santos sacramentos que las personas en tales circunstancias y si están arrepentidos, pueden, deben y tienen derecho a recibir».
El obispo de Mostar menciona ante todo la Familiaris Consortio de San Juan Pablo II, donde se establece que las parejas en situación irregular, que por diversas razones no puede separarse, pueden acceder a los sacramentos sólo si se comprometen a vivir en perfecta continencia.
Sigue la cita del Canon 915 del Código de Derecho Canónico, en donde se afirma que no pueden acceder a la comunión las personas que «obstinadamente persisten en un manifiesto pecado grave», así como el canon 712 del Código de Derecho Canónico para las comunidades católicas de rito oriental, donde se establece que »tienen que ser alejados de la recepción de la Sagrada Eucaristía quienes son públicamente indignos». También cita el n° 1650 del Catecismo de la Iglesia Católica, que insiste en que la iglesia, por fidelidad a la palabra de Cristo Jesús «no puede reconocer como válida una nueva unión si era válido el primer matrimonio.«Si los divorciados se volvieron a casar civilmente, se encuentran en una situación que contrasta objetivamente con la ley de Dios» y por tanto «no pueden acceder a la comunión eucarística, durante todo el tiempo que perdure esta situación». La reconciliación mediante el Sacramento de la penitencia «no se puede conceder solamente a los que se han arrepentido de haber roto el signo de la Alianza y de fidelidad a Cristo, si no se comprometen a vivir en una completa continencia»,
Finalmente se cita a continuación la carta de 1994 de la Congregación para la Doctrina de la Fe con motivo del Año Internacional de la Familia, donde se afirma que los pastores y confesores tienen el grave deber de amonestar a los fieles que viven una situación familiar irregular y advertirles que viven «en abierta contradicción con la doctrina de la iglesia».
Mons. Peric finalmente menciona la interpretación oficial del Canon 915 del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos del año 2000, el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, la Exhortación Apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis, de Benedicto XVI de 2007, documentos que reafirman la doctrina de la Iglesia sobre el tema, así como la declaración del cardenal Müller de 2016, según el cual «las reglas de Familiaris Consortio número 84 y Sacramentum Caritatis nº 29 son todavía válidas y aplicables en todos los casos. »
Por otra parte, el obispo de Mostar recuerda que quien «asume el deber de enseñar y de anunciar en nombre de la Iglesia se compromete a llevar a cabo sus funciones en conformidad con los documentos de la iglesia vinculantes desde el punto de vista jurídico». Permanecen en vigor, continúa Mons. Peric, las disposiciones según las cuales no se puede conceder la comunión eucarística sin absolución sacramental y tal absolución «no se puede dar a una persona que vive en una unión matrimonial irregular o no se ha casado por la iglesia». A los sacerdotes de su diócesis, recuerda las palabras de San Pablo en su primera carta a Timoteo sobre no hacerse cómplice de los pecados de otros y advierte que:
«no decir a otro que algo no es pecado, cuando, objetivamente, lo es. No elogiar el desorden y el mal de los demás y sobre todo no hacerlo en el Sacramento de la confesión, de modo de que tú mismo no te hagas participante y mentor de la condena de una persona».
En cuanto a Amoris Laetitia, Mons. Peric explica simplemente que se trata de «una carta dirigida a los fieles con la cual el Papa estimula la actividad religiosa, ayuda y anima a superar las dificultades, alienta a los católicos, dirigiendo su atención a ciertos peligros y las malas consecuencias que se seguirían de ellos».
El obispo de Mostar, permaneciendo fiel a la enseñanza tradicional de la iglesia, se alinea perfectamente a la modalidad de «acompañamiento» – por usar una palabra hoy en día muy de moda – mostrada por la Reina de la Paz. Como lo testimonian muchos de los fieles en situaciones familiares irregulares que se han convertido en Medjugorje (ver por ejemplo aqui), junto a Nuestra Señora no hay lugar para la falsa misericordia que finge no ver pecado en situación matrimonial irregular y en convivencia fuera del matrimonio. La Virgen María acoge a todos en sus brazos y al mismo tiempo, con amor, exhorta al pecador a arrepentirse, para volver a Jesús dejando la vida de pecado. La curación espiritual, incluso en el ámbito familiar, que se produce en Medjugorje, atestigua que el camino de conversión y de abandono del pecado indicado por Nuestra Señora confirma la doctrina de la iglesia y ahora es puesta de relieve nuevamente por Mons. Peric como el único camino que puede sanar las heridas de muchas almas.
Traducido por Mª Virginia Olivera de Gristelli
Publicado originalmente en La Nuova Bussola Quotidiana