(La Opinión de Málaga) José Luis Utrera, titular del Juzgado de Primera Instancia número 5 de Málaga, especializado en Familia, es una eminencia en su área de especialidad. Lleva 20 años como magistrado en este área y ha divorciado a 30.000 malagueños. Ha sido premiado por el impulso de la mediación en el marco de los procesos de Familia para que los cónyuges puedan resolver ellos mismos su separación sin las graves secuelas que un divorcio produce. La editorial Ley 57 ha editado el libro «Mediación intrajudicial práctica para abogados y mediadores». Su «Guía del buen divorcio», reeditado por el mismo sello, es ya una clásico.
¿Nos divorciamos bien los malagueños?
Yo creo que se ha mejorado en los últimos años, afortunadamente en Málaga la praxis del Derecho de Familia cuando llegué al Juzgado tiene muy poco que ver con lo que se hace hoy en día. Entonces era un conflicto judicializado al 100% y hoy tiene otras perspectivas distintas, que juegan un papel importante y se tratan de dar satisfacción a través del sistema.
Usted ha sido un precursor absoluto de la mediación. ¿Sigue ganando terreno?
Poco a poco se va normalizando entre comillas en el sistema judicial. Los juzgados de Familia de Málaga hemos sido pioneros implantándola y ahora se extiende a la jurisdicción Civil, a la Mercantil, e incluso recientemente se han editado las nuevas guías de mediación extrajudicial por el CGPJ, donde se incluye en el ámbito Penal y en el Contencioso-Administrativo, que son dos jurisdicciones que en principio parecen muy lejanas de la mediación. Es en Familia donde está teniendo una mayor implantación y mejores resultados.
¿Qué aporta la mediación a un divorcio?
Fundamentalmente da una solución de más calidad al conflicto. El proceso judicial de divorcio sólo da soluciones jurídicas a un conflicto que tiene unos componentes, psicológicos, emocionales y personales muy importantes, y eso no se resuelve en el juzgado. En la mediación sí tienen cabida todos esos componentes. Es lo que se distingue entre el conflicto y el proceso. El proceso es una exteriorización del conflicto. Si no solucionamos el conflicto, ¿qué ocurre?, pues muchas veces el proceso se reitera en el juzgado. Se inicia un divorcio, cuando se dicta la sentencia y parece solucionado a continuación viene una ejecución porque no se cumple, a los pocos meses una modificación de medidas, a los pocos meses una discrepancia de la patria potestad, todo eso generado por un solo conflicto familiar. ¿Por qué ocurre eso? Porque no se ha solucionado el conflicto. La mediación tiende a poner el foco sobre el conflicto y no sobre el proceso, que no deja de ser la exteriorización del conflicto. Es como si uno se venda una herida sin haberla desinfectado, eso termina echando pus y complicándose, porque se ha puesto una venda a un conflicto que no está resuelto.
¿Es posible llevarse bien tras un divorcio?
Hay muchas parejas que se llevan bien. Yo reconozco que no es fácil. Hay grandes cargas emocionales y eso hace difícil el solucionar estos conflictos, hay una emoción, cargas psicológicos y eso a veces nubla la vista de los propios intervinientes y les aboca a soluciones que no son más que perjudiciales para la otra parte, para ellos mismos y especialmente para sus hijos.
¿Quiénes son los más convencidos de la mediación?
La mediación intrajudicial se impulsa fundamentalmente desde el juzgado, pero hay un grupo de abogados importante que es consciente de sus ventajas, y, sobre todo, porque la mediación no supone una postergación de la función del abogado. Abogado y mediador se complementan, no son rivales ni competidores. Pueden delimitar sus funciones y tener cabida en ese conflicto.
La crisis hizo que muchas parejas permanecieran viviendo en la misma casa pese a querer divorciarse...
La última estadística del Poder Judicial da una pequeña bajada de divorcios. Se debe más no a que haya más o menos crisis, sino a que cada vez hay menos matrimonios. Las parejas cada vez son más numerosas las que constituyen su vínculo familiar al margen del matrimonio. Los divorcios están estabilizados o bajando levemente, pero crece el número de rupturas no matrimoniales. Y, sobre todo, lo que se detecta en los juzgados de Familia de Málaga es que está creciendo la conflictividad postruptura, como la sentencia no soluciona el conflicto, pues tenemos ejecuciones, modificaciones de medidas y discrepancias en el ejercicio de la patria potestad. Esas decisiones que tienen que tomar conjuntamente el padre y la madre aunque estén divorciados y no se ponen de acuerdo. Por ejemplo, elegir colegio, organizar la comunión o el bautizo, autorizarlo para que salga al extranjero y se saque el pasaporte, si se le compra la moto, etcétera... o cosas más graves como son los tratamientos médicos que hay que aplicar al niño con enfermedades graves. Yo he tenido casos en los que los padres no se ponían de acuerdo y hemos tenido que hacer un peritaje médico para determinar cuál era el tratamiento más adecuado.
¿Ahí no puede entrar la mediación?
Efectivamente, ahí es donde entra, porque se traen al juzgado cuestiones que no deberían tener solución a través de un proceso jurídico. Organizar una primera comunión o un bautizo, eso no es un tema jurídico. Determinar cuál es el colegio mejor para un niño son cuestiones que deben solucionar las partes a través de un diálogo, que es lo que facilita el mediador.
Deduzco que el rol de familia tradicional está en crisis...
La familia tradicional ha saltado por los aires. Han saltado los códigos éticos, religiosos y sociales por los que se regían la familia tradicional y eso hace que, en muchos casos, el único código que se aplica es el Civil, eso es un grave error. Deberíamos hablar más de familias que de familia. No hay un solo tipo de familia, sino varios tipos. Seguimos en los juzgados encontrándonos con problemas importantes, por ejemplo que no haya una jurisdicción especializada en Familia, que es algo que venimos clamando desde hace muchos años. Que sea necesaria una especialización para ser juez de lo Mercantil o de lo Contencioso-Administrativo y no para ser juez de Familia es un auténtico disparate. Los jueces venimos propugnando que se publique un Código de Persona y Familias, porque el ser humano primero es persona, luego familia y luego empresario, trabajador, etcétera... pero lo más básico, que es la familia, las incapacidades, la cantidad de problemas que se plantean con las personas de edad avanzada, todo eso en España está regulado en el Código Civil de una manera fragmentada y escasa. Da envidia Nicaragua, que tiene su Código de Familia, donde se regula específicamente todo lo relacionado con las crisis familiares.
¿Por qué no se acomete eso en España?
Porque no hay conciencia social del coste de las crisis familiares. Ese es el gran caballo de batalla. El divorcio se sigue considerando una cosa privada y una cuestión jurídica, con que esté regulado en el Código y en la Ley de Enjuiciamiento Civil, en unos artículos, se considera suficiente. No hay conciencia del coste social que genera un mal divorcio. Genera niños que pasan por el sistema sanitario, porque tienen problemas mentales, por el sistema educativo, necesitan profesores especiales, por los sistemas de protección, niños que están desamparados por la ruptura de sus padres e, incluso, niños que entran en el sistema de infracción penal de menores que, en cuanto uno escarba, lo primero que se encuentra es una ruptura de los padres mal gestionada. El divorcio traumático, mal gestionado, está en la base de muchos conflictos sociales que luego generan unos cortes importantísimos. No se soluciona porque los que vemos estas situaciones no tenemos influencia.
¿Se está imponiendo la custodia compartida?
Sí, poco a poco va siendo asumida por las partes. No es que haya habido un boom, pero se habla de que en torno a un 20 o 25% de las custodias son de carácter compartido. En los juzgados se tiene muy asumido que es un régimen adoptable en las sentencias, así lo ha dicho el Supremo, y se adoptan en los convenios reguladores de las partes. No obstante, sigue siendo mayoritaria la custodia monoparental. El problema de la custodia compartida es que requiere de unos niveles de colaboración que no siempre se dan. Y la custodia compartida cuando no hay buena relación entre los progenitores suele ser un caldo de cultivo de esa conflictividad postruptura.
¿Qué es lo más indicado para el niño?
Para el niño lo más indicado es la coparentalidad responsable, es decir, que los dos progenitores se impliquen. Eso no siempre tiene que ser a través de la custodia compartida, pero puede haber custodias monoparentales donde ambos progenitores estén perfectamente implicados en la vida de los niños.
¿Se escucha al niño en el proceso?
Con arreglo a la normativa legal, a los mayores de 12 años y a todos aquellos con suficiente juicio. El problema es que muchas veces no se les oye porque si no hay discrepancia entre los padres respecto de las medidas que afectan a los menores, oír al niño no deja de ser una victimización. Sufren mucho ciuando tienen que venir al juzgado. Las audiencias de los menores hay que acordarlas solo cuando sea estrictamente necesario, porque se estresan.
¿Cuál es el mensaje de los niños?
En el 90% de los casos lo que les gustaría es que volviesen a vivir juntos los padres y, si no pueden por favor que no se peleen. Nos encontramos niños que son usados para mandarse mensajes de unos a otros, a los que se presiona psicológicamente para que se posicionen a favor de uno y de otro, niños que acaban manipulando ellos a los adultos, porque saben que su opinión es importante, niños que asumen toda la responsabilidad de creerse que son ellos los que deciden y eso les genera un trauma que les dura toda la vida, por eso intentamos en las audiencias descargar esa responsabilidad, dejarle muy claro que a él se le escucha pero él no decide.
¿Es posible, entonces, divorciarse bien?
Sí, calculo que, aunque haya más de mutuo acuerdo, de esos un 40% no vuelven a dar un problema una vez rota la pareja.
¿Cuáles son las consecuencias de un divorcio en los cónyuges?
Fundamentalmente un estrés muy elevado, que lleva a un desgaste emocional tremendo. He visto parejas absolutamente destrozadas, o uno de ellos, y su vida a partir de ese mal divorcio es un auténtico caos. Vemos casos de personas psicológicamente destrozadas por las circunstancias de la ruptura familiar, tiene problemas laborales, hay quien se da de baja del trabajo, problemas médicos, trastornos psicológicos y psiquiátricos, de relaciones sociales, en los colegios. Nos llaman directores de colegio al borde de un ataque de nervios porque hay parejas que escenifican su conflicto en el colegio. Un divorcio mal llevado termina salpicando a toda la sociedad. Por eso tratamos desde el primer momento que el divorcio se gestione lo mejor posible. En La guerra de los Rose, Dani de Vitto decía: «En los divorcios no hay victorias, sino grados de derrota». Un divorcio es la segunda situación más estresante tras la muerte de un ser querido, dicen los psicólogos.
Un libro para acentuar la importancia de los profesionales de la mediación
La editorial Ley 57 ha publicado el libro «Mediación intrajudicial práctica para abogados y mediadores», del juez José Luis Utrera, un libro que aspira a clarificar los papeles de cada uno de los profesionales que participan en un proceso tan importante y que, cada vez más, es una alternativa a un conflicto prolongado en el tiempo. El diálogo y la capacidad negociadora de los profesionales son vitales para ayudar a los clientes a llegar a un acuerdo que luego es refrendado por la autoridad judicial.