(Fides) El prelado ortodoxo ha declarado lo siguiente a la agencia Fides:
«Doy gracias a Dios que me ha protegido y mantenido con vida. Doy gracias a Dios porque en este estado y en esta experiencia puedo compartir la cruz de tantas personas que sufren ahora en Siria, especialmente en Alepo. Todos los días sufrimos agresiones y atentados, cada día la gente es herido o muere. Estoy feliz de saborear la amargura de la cruz, en comunión con Cristo y con tantas personas inocentes que sufren. Tenemos la certeza de que la muerte no tiene la última palabra, sino que al final está la resurrección»
El 6 de noviembre, el vicario viajaba por la carretera que une Homs a Alepo, cuando algunas balas, disparadas por francotiradores, alcanzaron el coche hiriéndolo en el hombro. La carretera se encuentra en una zona controlada por las tropas del gobierno sirio, pero a causa de los grupos terroristas que ponen minas por la noche la cierran. El conductor llevó sin tardar al Vicario al hospital católico donde ha sido sometido a una cirugía para extraer las balas.