(EP/LA Voz de Galicia) A sus 82 años, el párroco ha tenido que ser operado de urgencia tras sufrir un derrame cerebral como consecuencia de una agresión perpetrada el pasado sábado por unos individuos que fueron a la iglesia a robar.
Tal y como ha informado a Europa Press un sobrino del sacerdote , los hechos ocurrieron entre las 17,00 y las 18,00 horas del pasado sábado, cuando, según todos los indicios, dos personas accedieron a la iglesia y, tras agredir al párroco, robaron algunos de sus objetos personales entre ellos su cartera con la documentación y parte de la colecta de los fieles.
Pese a todo, el P. Antonio Rodríguez ofició la Misa de esa tarde, tras lo que fue a denunciar lo ocurrido y después a un centro médico para que le hicieran pruebas. En aquel momento «no le encontraron nada»; no obstante, al día siguiente cuando regresó a la iglesia para celebrar la Misa «se encontró mal», por lo que fue de nuevo a un centro médico, que le trasladó de urgencia al Hospital Álvaro Cunqueiro.
Allí fue operado por un derrame en el cerebro producido por los golpes que recibió, y actualmente se encuentra estable y pendiente de que le quiten la sedación, si bien de momento no se pueden valorar los daños producidos, según ha explicado su sobrino, que ha indicado que secree que el día anterior a los hechos los agresores estuvieron «inspeccionando la zona».
Se ensañaron con él
Según una feligresa, los atracadores se «ensañaron» con el sacerdote porque lo tiraron al suelo y le dieron patadas en la boca y la cabeza. El veterano religioso ya arrastraba delicados problemas de salud coronaria anteriormente y hace un año recibió un puñetazo de un individuo que le pidió dinero. «Esto le pasa por ser tan bueno», lamentó una vecina.
Los testigos aseguran que, el día de la agresión, uno de los sospechosos le pidió momentos antes confesarse y, tras hacerlo, le exigió su reloj, a lo que el párroco se negó. Otro individuo le agarró por detrás y fue cuando le dieron una paliza. Se llevaron las gafas graduadas de la víctima, su reloj, la cartera, objetos de valor de la iglesia, que metieron en un saco, así como un dinero que el cura había reservado «para comprar leche a los pobres», según cuenta una feligresa.