(ABC) El individuo es José López, ex secretario de Obras Públicas, detenido hace varias semanas en pleno proceso de «donación» a lo Robin Hood, según sus primeras declaraciones. La primera monja, -eran dos- es la hermana Inés, a la que la Justicia caba de citar para que declare. La otra religiosa no está claramente identificada pero únicamente podría ser la hermana Marcela o Alba, la nonagenaria madre superiora que se supone que está impedida para valerse por sí misma.
Los sucesos ocurrieron a mediados de junio. Un vecino del monasterio fue el que dió la voz de alarma al ver de madrugada un automóvil con las luces encendidas lanzando bolsas por encima de uno de los muros del monasterio. Serían los mismo que López llevaría luego hasta la puerta del convento. La Policía le detendría mientras comía unos «scons» que, según contó la hermana Inés, había tomado de la cocina. La misma monja también dijo que López había confesado a la hermana Alba, que había robado ese dinero para ellas pero que la madre superiora había respondido, «yo no lo quiero» al conocer el origen de los 160 bultos que contenían 8.982.047 dólares, 153.610 euros, 425 yuanes, 49.800 pesos, 2 riyales qataríes y media docena de relojes de lujo.
La escena de López y las religiosas quedó grabada en el sistema de seguridad del monasterio pero se conoció anoche en la cadena Telefé. La imagen del diputado electo de Parlasur caminando tranquilo y aguardando a que le abran la verja son poca cosa comparada con las de las ancianas pero ágiles monjas metiendo el botín de la corrupción kirchnerista intramuros.
La secuencia ordenada muestra al hombre que trabajó, codo con codo, con el matrimonio Kirchner por más de 25 años, dejando las bolsas en la puerta y llamando. La siguiente escena muestra a las dos monjas en camisón que se asoman por una ventana y después aparecen, ya vestidas, y ayudan a meter las bolsas que finalmente contendrían el botín mencionado más dos Iphone y el fusil automático de uso civil.
Tras la detención de López éste se presentó como un hombre desequilibrado con síndrome de abstinencia que gritaba «cocaína». Exámenes posteriores indicaron que no era adicto y aparentemente no padece de ningún transtorno específico.
Posteriormente la brigada canina descubrió tres supuestos nichos, a pasos del altar de la capilla, donde los perros olfatearon que se habían almacenado dólares. O sea, que habían servido de cámara de seguridad. Cuando parecía que nada más espectacular podía suceder apareció este video que deja a las monjitas a los pies del procesamiento.