(Diócesis Alcalá) Durante la homilía Mons. Reig explicó que «unidos a los Santos Niños Justo y Pastor, a San Félix de Alcalá martirizado en Córdoba en el siglo IX, los mártires de Paracuellos son el mejor regalo que nos hizo San Juan Pablo II [cuando restauró en 1991 la Diócesis Complutense], poniendo en evidencia la vocación martirial de nuestra querida Diócesis de Alcalá de Henares». Como testimonio de ello, el Obispo recordó las palabras que pronunció antes de ser martirizado el beato P. Francisco Esteban Lacal, de 48 años, Provincial de los Oblatos: «Sabemos que nos matáis por católicos y religiosos: lo somos. Tanto yo como mis compañeros os perdonamos de todo corazón. ¡Viva Cristo Rey!».
Por otra parte, Mons. Reig explicó que, el próximo año, la Diócesis de Alcalá de Henares celebrará las Bodas de Plata de la restauración de la antigua Diocesis Complutense, y explicó que «con este motivo la Penitenciaría Apostólica nos ha concedido un Año Jubilar que inauguramos el pasado 24 de octubre y que se prolongará hasta el mismo mes de octubre de 2016». El Obispo también recordó que el Santo Padre nos va a obsequiar con el Año del Misericordia, y afirmó: «a la misericordia de Dios nos confiamos todos, dispuestos a celebrar con toda la Iglesia Católica el gran Jubileo que abrirá el Papa Francisco el día de la Inmaculada Concepción, Patrona de España».
Al terminar la homilía Mons. Reig pidió oraciones por las víctimas de los atentados de Paris y por todo el Pueblo de Francia. Tras la Santa Misa se procedió a la exposición mayor del Santísimo Sacramento. Monseñor Reig Pla portando en sus manos la custodia con el Cuerpo de Cristo, y acompañado por los sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y el pueblo fiel, recorrió las siete granes fosas donde yacen los beatos mártires y demás víctimas. Monseñor Reig recordó en la homilía que el Papa Pío XII invitaba a «promover y consolidar el reinado social de Jesucristo en el Santísimo Sacramento» (22-4-1951), por ello, el Obispo junto con los presentes pidieron «al Amor de los amores, que interceda por nuestro pueblo» para que la Doctrina Social de la Iglesia sea acogida y practicada en nuestra Patria. Al llegar a cada fosa, sonaban, en primer lugar, unos breves acordes del «toque de silencio», tras lo cual Mons. Reig Pla leía una oración por los difuntos; dicho esto, y mientras se entonaba por todos los asistentes el canto «Christus vincit, Christus regnat, Christus ímperat», el Obispo procedía a bendecir a los presentes con el Santísimo Sacramento, «anunciando» a los que allí «duermen» «que Cristo ha resucitado y que en Él está depositada toda nuestra esperanza de salvación». Ciertamente «los mártires brillarán como las estrellas por toda la eternidad».