(Zenit) El 21 de mayo de este año, un grupo de hombres armados le secuestraron junto con un ayudante, en las periferias de Qaryatayn, la ciudad mixta cristiano-sunita que dos meses antes había caído en manos de los milicianos del ISIS.
El sacerdote formaba parte de la comunidad fundada por el jesuita romano, padre Paolo Dall’Oglio, desaparecido en el norte de Siria el 29 de julio de 2013, mientras estaba en Raqqa.
«Cuando estaba siendo deportado, con las manos atadas y los ojos vendados, me sorprendí a mí mismo repitiéndome: camino hacia la libertad. El cautiverio ha sido para mí como un nuevo nacimiento», dijo.
Padre Jacques contó entre otras cosas que celebraba la misa en un dormitorio subterráneo, donde habían sido encarcelados previamente más de 250 cristianos de Qaryatayn secuestrados también por los yihadistas, con los cuales el sacerdote se reunió el 11 de agosto.
«Los cristianos - dice el padre Jacques - a menudo eran interpelados sobre su fe y su doctrina cristiana, pero no se convirtieron al Islam, a pesar de las presiones. Permanecieron fieles al rezo del rosario». «Esta experiencia de prueba -añadió- ha fortalecido la fe de todos, e incluso mi fe como sacerdote. Es como si hubiese nacido de nuevo».