(Paix Liturgique/InfoCatólica) En abril de 2009, al mismo tiempo que el nuevo arzobispo se instalaba en Lecce, se celebraba la primera misa según la forma extraordinaria del rito romano en la archidiócesis. Organizada con el apoyo de un párroco de buena voluntad y celebrada por un sacerdote del Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote venido de Roma, era la culminación de largas semanas de preparativos. La misa se celebró en un horario libre entre dos misas dominicales ordinarias, pero pronto los fieles se desilusionaron, puesto que ya desde la segunda misa, algunos parroquianos habituales comenzaron a protestar de tal manera ante el párroco que éste decidió trasladar la celebración a una iglesia anexa. La nueva iglesia era bella y estaba bien ubicada, pero la separación impedía a los fieles participar en la vida de la parroquia.
Gracias al apoyo del párroco y a los esfuerzos de los fieles que, todas las semanas, multiplicaban las llamadas y los kilómetros para conseguir un celebrante, la misa tenía lugar todos los domingos. Además, los fieles organizaban diversas conferencias y encuentros sobre el tema de la liturgia tradicional y el motu proprio de Benedicto XVI. Cada una de estas conferencias constituía una ocasión para publicitar su existencia y su amor por la misa tradicional, como también para invitar a un sacerdote que celebrara el domingo. Aunque todos estos esfuerzos costaban mucho, tanto en tiempo como en dinero, los fieles estaban dispuestos a todos los sacrificios con tal de poder vivir su vida cristiana al ritmo de la forma extraordinaria.
A fines del año 2009, pidieron al nuevo arzobispo que designase un celebrante regular. La respuesta no se hizo esperar: Monseñor D’Ambrosio no era partidario de la forma extraordinaria y rechazó la idea de designar formalmente a nadie. De hecho, unos años después, en 2013, apenas elegido el papa Francisco, el arzobispo de Lecce sería uno de los obispos de Apulia que reclamaron, sin éxito, al nuevo Papa que abrogase el permiso de Benedicto XVI para celebrar libremente la forma extraordinaria del rito romano.
Los fieles no se desanimaron y siguieron con su esfuerzo semanal domingo tras domingo para conseguir sacerdotes que celebrasen la misa según la liturgia tradicional. Pensando que la presencia de diferentes prelados podría ayudar a desbloquear la situación, invitaron sucesivamente al cardenal Brandmüller, al cardenal Burke, a Mons. Schneider, etc. Todo fue en vano, por desgracia, y como señaló uno de los responsables del grupo, «al contrario, poco a poco, la indiferencia hacia nosotros se transformó en una franca hostilidad, al punto que incluso algunos sacerdotes diocesanos que asistían a nuestras conferencias, terminaron por dejar de venir».
Finalmente, en 2014, en la misma iglesia puesta a su disposición, el grupo terminó siendo considerado indeseable. «La Providencia quiso entonces que otro sacerdote, capellán de una cofradía, nos brindara su hospitalidad y además se mostrara dispuesto a celebrar para nosotros. Por desgracia, no imaginamos que los miembros de la cofradía protestarían ante el arzobispo. Éste, de inmediato, prohibió de manera explícita al sacerdote binar [celebrar dos veces la misa el mismo día]. El sacerdote no se desanimó y decidió encontrar alguien que lo reemplazara en la misa de la cofradía, celebrada en la forma ordinaria, para así poder estar disponible para nosotros. Entonces llegó una nueva disposición para los capellanes de las cofradías de la diócesis, que los obligaba a celebrar en persona las misas dominicales de su cofradía...».
Frente a semejante adversidad, muchos habrían abandonado su empeño. Pero no los de Lecce, que decidieron apelar a Roma. Cabe aclarar que uno de los miembros de la Comisión Ecclesia Dei, el padre Nuara, había concurrido varias veces a celebrar a Lecce y conocía perfectamente la situación. Ante todo, los fieles de Lecce tenían la ventaja de poder proponer una solución muy sencilla, dado que el capellán de la cofradía seguía dispuesto a celebrar para ellos. Bastaba que se le concediera la facultad de binar, es decir, de celebrar tanto para la cofradía (en la forma ordinaria) como para el grupo Summorum Pontificum (en la forma extraordinaria).
Poco después, el arzobispo se puso en contacto con los fieles y publicó, finalmente, en noviembre de 2014, un decreto autorizando al capellán a binar. Desde entonces, los fieles del grupo se reúnen todos los domingos a las 11 horas en la iglesia San Francesco da Paola (o Santa Maria degli Angeli), en la plaza de Peruzzi.