(ACI) El primer incidente ocurrió el domingo 10 de mayo cuando los fieles de la parroquia de San Martino realizaron una procesión tradicional por el mes de María. Un grupo de jóvenes reunidos en la sede de la asociación musulmana Attadamun, enfrentó el paso del grupo con insultos y amenazas, asustando a los participantes, especialmente a los niños.
Tras el incidente, la alcaldesa Paola Pula se reunió con los líderes de la asociación islámica, quienes luego enviaron una carta de disculpas a los miembros de la parroquia.
«Lo sucedido si bien se refiere al comportamiento de algunos niños no es tolerable y no va a ser minusvalorado (…) Reiteramos nuestro esfuerzo por el respeto a toda sensibilidad y pertenencia religiosa y alentamos a que se proceda en la dirección positiva del diálogo y de la educación para el conocimiento recíproco en el respeto de las reglas de convivencia», señaló Pula.
El segundo episodio, ocurrió el 14 de mayo en Terni donde un niño musulmán de 12 años de edad, golpeó repetidamente en el pecho a una compañera de clase por llevar un crucifijo en el cuello. El ataque hizo que la menor terminara hospitalizada, con contusiones en el tórax. La niña ha recibido 20 días de descanso médico y no quiere regresar a la escuela por temor a su agresor.
El incidente ocurrió luego que el atacante, que llegó de Senegal hace un mes y es inimputable por su edad, amenazara a la niña para que se quitara el crucifijo.
Hace pocas semanas, 15 musulmanes de Senegal y Costa de Marfil fueron detenidos en Palermo por haber lanzado al mar a doce cristianos cuando emigraban hacia Europa en una patera que partió de Libia. Las víctimas fueron asesinadas por pronunciar oraciones cristianas durante una tormenta en altamar.
En este contexto, la presidenta de la organización Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, manifestó su preocupación. «En nuestra casa nuestros hijos no están seguros ante la intolerancia de quien piensa venir a Italia a imponernos su propia ideología», declaró.
Al mismo tiempo, el periodista Andrea Zambrano publicó un artículo en el diario Il Giornale en el que pide «nos debemos contentar con una simple reprimenda con la esperanza de que les sirva de lección».
Sin embargo, Carla Riccardi, asesora de la escuela de Terni donde ocurrió la agresión consideró que «es un episodio muy grave, pero buscamos no instrumentalizarlo».
En esta línea el Obispo de Terni, Mons. Giuseppe Piemontese, consideró que ha sido «un gesto ciertamente grave que podría ser estigmatizado pero que no debe ser sobredimensionado ni minimizado».
De los 60 millones de habitantes de Italia, se estima que dos millones profesan la religión del islam. A diario, las costas del sur de Italia reciben barcazas y pateras con cientos de personas que buscan escapar de la pobreza, los conflictos y la persecución que viven en diversos países de África.
Las instalaciones de las parroquias católicas del sur de Italia se han convertido en centros de acogida de cientos de refugiados y el Papa Francisco aboga constantemente por los migrantes.