Como ciudadanos y como pastores, los Obispos de México, al igual que muchos compatriotas, sentimos gran preocupación por el presente y por el futuro de nuestro País, que, entre otras cosas, se ve aquejado, desde hace muchos años, por el grave mal de la corrupción, «que favorece la impunidad y el enriquecimiento ilícito, la falta de confianza con respecto a las instituciones políticas, sobre todo en la administración de la justicia y en la inversión pública, no siempre clara, igual y eficaz para todos» («Iglesia en América», No. 23).
«Todos somos tentados de corrupción», ha recordado el Papa Francisco, quien señala que son siempre los pobres quienes pagan el precio de la corrupción de los políticos, de los empresarios y de los eclesiásticos que descuidan su deber pastoral. «Pagan los hospitales sin medicinas, los enfermos que no tienen remedio, los niños sin educación (...) cuando hay corrupción, también el pobre corre el riesgo de perder los valores, porque se le imponen costumbres, leyes, que son contrarias a los valores» (Meditación del 16 de junio de 2014).
Desde hace cinco años, en el Mensaje «Que en Cristo Nuestra Paz México tenga vida digna», los Obispos afirmábamos que la corrupción es una forma de violencia que, «al inocularse en las estructuras de servicio público, se transforma en delincuencia organizada, ya que de manera descarada se impone «la mordida» como condición a los ciudadanos para recibir un beneficio o servicio gratuito» (No. 46).
Para hacer frente a este gravísimo mal se requieren múltiples acciones conjuntas. Entre ellas, la reforma de leyes y la creación de instituciones que, de forma integral, coordinada y en tiempo real, prevengan, identifiquen, investiguen y modifiquen situaciones o condiciones que propicien la corrupción; sancionen oportunamente a los corruptos y hagan realidad el resarcimiento de los daños causados.
En este sentido, es necesario que las posibles reformas constitucionales y legales susciten un Sistema Nacional Anticorrupción, conformado por organismos autónomos que, gozando de independencia, profesionalismo, confiabilidad, facultades y recursos, incluyan en su rango de acción a todos los Órganos del Estado a nivel federal, estatal y municipal, sin olvidar a los poderes judiciales federal y locales, así como a los órganos constitucionales autónomos.
No puede quedar fuera de esta reforma la revisión del «fuero» del que gozan algunos servidores públicos y que podría hacer naufragar el sistema entero si es utilizado como «escudo» de impunidad. También debe replantearse la figura del «juicio político» tanto en sus sujetos como en los supuestos que lo pueden originar, ya que actualmente existe demasiada discrecionalidad y laxitud. Es indispensable que el combate a la corrupción no sea usado con fines de persecución política o de revancha mediática. Cualquier acto de corrupción amerita por sí mismo todo el peso de la ley.
En el Mensaje «Por México, ¡actuemos!», recordábamos que el País es de todos, y que entre todos tenemos que sacarlo adelante haciéndonos más participativos a nivel personal, familiar, empresarial y social, valorando, respetando, promoviendo y defendiendo la vida, la dignidad, los derechos y los deberes de toda persona, actuando siempre con honestidad, verdad, justicia, rectitud, solidaridad y respeto al Estado de Derecho. Necesitamos educarnos para esto. Y quienes ostentamos alguna forma de autoridad, debemos ser los primeros en contribuir con el ejemplo.
Haciéndonos eco de las inquietudes de nuestro pueblo, pedimos a los legisladores, a los diversos órdenes de gobierno y a los partidos políticos un decidido y eficaz compromiso en la lucha contra la corrupción, que provoca innumerables males y pone en riesgo la confianza, valor fundamental para una convivencia pacífica y para el progreso. La gravedad del problema exige soluciones de fondo e inmediatas y no «maquillajes» que ya no engañan a nadie y sólo exacerban los ánimos.
Hay una deuda con la Nación; la sociedad necesita recuperar la confianza en aquellos en quienes ha depositado una responsabilidad institucional en bien de México ¡Es la oportunidad para hacerlo y mejorar nuestro País!
Que Santa María de Guadalupe interceda por todos los mexicanos, autoridades y pueblo, para que Dios nos conceda la inteligencia, la sabiduría y la valentía de construir juntos un México mejor.
Por los Obispos de México:
+José Francisco, Cardenal Robles Ortega
Arzobispo de Guadalajara y Presidente de la CEM
+Javier Navarro Rodríguez
Obispo de Zamora y Vicepresidente de la CEM, Provincia de Morelia
+Eugenio Andrés Lira Rugarcía
Obispo Auxiliar de Puebla y Secretario General de la CEM
+Oscar Roberto Domínguez Couttolenc
Obispo de Ecatepec y Vocal de la CEM
+Sigifredo Noriega Barceló
Obispo de Zacatecas y Vocal de la CEM, Provincia de San Luis Potosí
+Carlos Garfias Merlos
Arzobispo de Acapulco y Vocal de la CEM, Provincia de Acapulco
+ Rafael Romo Muñoz
Arzobispo de Tijuana, Provincia de Baja California
+Juan Frausto Pallares
Obispo Auxiliar de León, Provincia del Bajío
+Jesús José Herrera Quiñonez
Obispo de Nuevo Casas Grandes, Provincia de Chihuahua
+Leopoldo González González
Obispo de Tapachula, Provincia de Chiapas
+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Durango, Provincia de Durango
+Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de Tepic, Provincia de Guadalajara
+Jonás Guerrero Corona
Obispo de Culiacán, Provincia de Hermosillo
+Domingo Díaz Martínez
Arzobispo de Tulancingo, Provincia de Hidalgo
+Adolfo Miguel Castaño Fonseca
Obispo Auxiliar de México, Provincia de México
+Jorge Alberto Cavazos Arizpe
Obispo Auxiliar de Monterrey, Provincia de Monterrey
+Oscar Armando Campos Contreras
Obispo de Tehuantepec, Provincia de Oaxaca
+Francisco Moreno Barrón
Obispo de Tlaxcala, Provincia de Puebla
+Guillermo Francisco Escobar Galicia
Obispo de Teotihuacán, Provincia de Tlalnepantla
+José Trinidad Zapata Ortíz
Obispo de Papantla, Provincia de Xalapa
+Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
Arzobispo de Yucatán, Provincia de Yucatán