(Efe/InfoCatólica) El documento, del siglo XII, el ejemplar más antiguo y completo de esa obra denominada Liber Sancti Iacobi, de la que existen unas 200 copias en distintos puntos de Europa, desapareció misteriosamente del archivo de la catedral compostelana en julio de 2011.
El canónigo archivero responsable de la custodia del manuscrito y deán de la catedral de Santiago, José María Díaz, afirmó entonces que «el que se lo llevó sabía de qué se trataba, sabía del incalculable valor, y sabía cómo llegar a él, y si no, lo averiguó para poder llegar».
Las críticas a las insuficientes medidas de seguridad en la catedral se mezclaron durante meses con especulaciones sobre posibles tramas de sofisticados ladrones y hasta el temor al deterioro de ese tesoro patrimonial, mientras los investigadores analizaron horas y horas de grabaciones de las cámaras de seguridad.
En un garaje
Justo un año después, a principios de julio de 2012 fue detenido el electricista de la catedral y recuperado el manuscrito, hallado en una zona de un garaje propiedad suya entre ladrillos y cemento, envuelto en papeles de periódico dentro de una bolsa de plástico junto a otros facsímiles y documentación sustraída de la catedral y en perfecto estado, según los expertos.
La investigación policial permitió descubrir que el electricista disponía de llaves de diversas dependencias y que se había apoderado durante años no solo de documentación, sino de dinero y objetos valiosos de la catedral.
El Vaticano mostró su satisfacción por ese hallazgo y hasta el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acudió a la catedral de Santiago el 8 de julio de ese año a una ceremonia simbólica de entrega del Códice Calixtino.
Las medidas de protección del manuscrito han sido reforzadas desde entonces con un dispositivo de videovigilancia de cuarenta cámaras y un equipo estable de ocho personas.
Fernández Castiñeiras, que consiguió empleo de electricista en la catedral porque su madre había sido la lechera que suministraba al arzobispo, reconoció entonces a los investigadores: «Sí, fui yo quien robó el libro. Me lo llevé el 4 de julio del año pasado, sobre las 12 de la mañana».
Confusión
Las declaraciones del autor confeso de ese robo son desde entonces confusas, con pretensiones de haber actuado contra la Iglesia por no contratarlo formalmente, o contra determinados individuos.
El pasado viernes, Fernández Castiñeiras había sido citado ante el Juzgado de Santiago de Compostela para responder del robo de la correspondencia de sus vecinos en la contigua localidad de Milladoiro, donde reside.
Sin embargo, no se presentó tras ingresar esa mañana en un hospital de la provincia de Pontevedra por un cuadro de estrés, aunque fue dado de alta pasado el mediodía y un médico forense que lo examinó posteriormente concluyó que «está en condiciones de ser sometido a juicio oral» que debe comenzar mañana lunes.
El electricista se enfrenta a una petición de la Fiscalía de 15 años de cárcel, mientras la Iglesia, personada como acusación particular, elevó la petición de penas a 31 años por apreciar que Castiñeiras abusó de la confianza del personal de la catedral.
Por su parte, la defensa quiere probar una serie de irregularidades y vulneraciones susceptibles de conseguir la nulidad del proceso.