(J. V. Echagüe/La Razón) La Fundación Madrina, organización que ayuda a madres y mujeres en riesgo de exclusión, denuncia que la situación va a más. De los 4.000 casos que atienden al año, un 80% son por motivo del empleo. Y de éstos, en torno a la mitad responden a cuestiones de la maternidad. ¿El balance? Los casos atendidos por esta ONG se han multiplicado por cuatro. «La situación de las empresas, la crisis... han agravado un clima contra las mujeres madres, que no tienen oportunidades», explica a este diario Conrado Giménez, presidente de Fundación Madrina.
Una de las consecuencias directas de este acoso es el aborto. «Hay una relación causa-efecto muy directa», explica Giménez. «En épocas de crisis, los Gobiernos aprueban normas que aumentan la contracepción y retiran las ayudas a la maternidad. Y provocan que el aborto aumente», añade. Dicho de otra forma: las empresas no ven rentables a las madres trabajadoras, sobre todo aquellas de niños de 0 a 3 años que quieren recortar su jornada laboral. «Esto causa que el absentismo en las empresas esté entre el 2% y el 20%. En la UE, el coste es 20.000 millones de euros», apunta el experto.
Así, Iñaki Piñuel, profesor de la Universidad de Alcalá y experto en «mobbing», afirma que esta situación no sólo se da durante el embarazo, sino también con motivo de la conciliación o, directamente, al regreso del permiso maternal. «Sufren las represalias. Se les quitan sus cometidos, los pluses, las responsabilidades, se les asigna tareas de menor valor... Existe una variada gama de estrategias para castigar», afirma. En el barómetro «Cisneros XI», indica, queda constatado que un 8% de los casos de acoso contra la mujer son por motivos relacionados con la maternidad. Algo que, en su opinión, explica «el retraso en la edad» de ser madre en nuestro país, así como la bajísima tasa de natalidad. «De ahí que las mujeres no quieran oír hablar del embarazo antes de los 40 años», dice. No en vano, Gimenez afirma que «el riesgo de pobreza y de exclusión de la mujer aumenta» durante el embarazo.
¿Cuáles son los sectores más afectados? Giménez afirma que este fenómeno se da principalmente en pymes, aunque también en grandes multinacionales. Y se han detectado bastante en la Administración pública y en los medios de comunicación, «lugares donde el convenio colectivo es muy estricto». El sector sanitario tampoco está exento, así como las cuidadoras de residencias o de guarderías, señala Piñuel. «Los estudios demuestran que son amplios sectores», añade.
Piñuel señala que el «mobbing» se lleva a cabo a título «ejemplarizante». «No es sólo para castigar a la víctima, sino para dar ejemplo a otras mujeres, que, de esta forma, se lo piensan dos veces. Así, la represalia será vista por todas las demás y funcionará», dice. También constata que en «siete de cada diez casos son otras mujeres las que ejercen el hostigamiento. Sienten que deben castigar a otras compañeras, por ejemplo, porque ellas mismas decidieron no ejercen la conciliación. Es algo característico y curioso».
El profesor coincide en que pueden darse situaciones que lleven consigo el aborto. Así, por ejemplo, está el caso de una médico residente, que, mientras realizaba su periodo formativo, se quedó embarazada. Entonces, su propia tutora de prácticas intentó forzarla para que abortara. Este caso sigue abierto. «Si la mujer no aborta, se pasa a las represalias: prohibición de permisos, sobrecarga laboral... En otras ocasiones, hay otras formas de incitar al aborto, como decir que «no te conviene tener un hijo para tu carrera profesional», dice Piñuel.
Lamentablemente, la pesadilla no se queda en el puesto de trabajo. Muchas mujeres trasladan el terror a sus hogares. «En el 50% de los casos en los que este «mobbing» se prolonga en el tiempo, la situación acaba en divorcio. La pareja no entiende el problema, o, directamente, la culpa por la situación», sostiene Conrado Giménez.
Por su parte, el profesor de la Universidad de Alcalá cree que no existe una «conciencia social» en torno al «mobbing maternal», pues los daños no son visibles. Pero sí existen secuelas. Y son graves. «El 100% desarrolla cuadros de estrés postraumático, el más grave por el que puede pasar un ser humano. Si no se trata bien, es el único cuadro en psicología que no remite con el paso del tiempo: no se curan, se cronifica», dice Piñuel.
Así las cosas, se producen cambios permanentes en la personalidad de la afectada: sueño tardío, por el que las mujeres se despiertan de madrugada y no pueden volver a dormir; irritabilidad; anhedonia, que es la imposibilidad de experimentar placer, o alegría, los «flashbacks», la «película» de los hechos de ese «mobbing» que pasa por la cabeza de la víctima, como las humillaciones y las vejaciones... «Son los casos más dañados que puedes encontrar en una clínica», afirma el profesor Piñuel. Y es que, «a diferencia de otros casos, que son socialmente aceptados, el «mobbing» maternal no deja mucha huella, es difícil de comprobar... Además, en un momento en el que la mujer necesita toda su energía para cuidar a sus hijos».
El caso de Cristina ilustra el drama al que se ven sometidas muchas mujeres que padecen el «mobbing» maternal. Llevaba siete años trabajando en una peluquería. Pero el drama comenzó con su embarazo hace ahora dos años. Iba a tener gemelos. Y ya era madre soltera de un niño pequeño. «A partir de entonces, mi jefa me empezó a hacer la vida imposible», relata la joven, de 31 años. Las recomendaciones médicas, como no pasar muchas horas de pie por su estado, o la ventilación que tenía que haber en el local por los tóxicos de los tintes, no eran respetadas por la propietaria. «Me tuve que comprar yo misma una mascarilla», recuerda. «Me decía que la había defraudado, que parecía que lo había hecho a posta, que pensaba que iba a estar siempre al cien por cien con ella...», recuerda. Y a partir de entonces, a su jefa «le daba igual la situación. Me dijo que me daba 3.000 euros y que me despedía».
La presión era tan fuerte que confiesa que se planteó el aborto. Es más: llegó a pedir cita para abortar. «Ya tenía mi día asignado. Me habían realizado una ecografía», dice. Sin embargo, en el último momento cambió de opinión. «Llamé a la clínica y les dije que no iba a ir. Y me dijeron: «Buena suerte». Entre otros apoyos, encontró el de Fundación Madrina, que la ayudaron, le facilitaron un abogado y pudo resolver su situación. Recientemente, ha comenzado un nuevo trabajo. Y no es madre de dos hijos, sino de tres. Los gemelos nacieron y tienen ya 20 meses. Además, ha comenzado a estudiar para obtener la ESO. Y, a partir de ahora, un esperanzador futuro se abre por delante.