(EP/InfoCatólica) «Si es que esto es verdad, yo lo vivo con un dolor tremendo, porque es la herida más grande que puede suceder, que alguien que ha decidido la misión de cuidar de las personas, pueda abusar de la confianza, repito, si es que eso ha sucedido, eso lo tienen que decidir las autoridades judiciales tanto canónicas como civiles», ha indicado Martínez.
Preguntado por si este caso podría conllevar su destitución o si se plantea la renuncia, ha indicado que su vida no es suya sino «de la Iglesia y del Papa». «Yo estoy en las manos de Dios. No, mi renuncia, mi vida no es mía, mi vida es del Señor a través de la Iglesia y del Santo Padre», ha explicado.
Nueve sacerdotes y dos seglares
El arzobispo ha aclarado que hay nueve sacerdotes y dos seglares acusados, aunque ha precisado que en las indicaciones que recibió del Vaticano se le dieron instrucciones para «aplicar medidas cautelares a tres sacerdotes». «Los otros pueden ser conocedores pero no han intervenido», ha precisado, basándose en la declaración del joven.
Sobre las críticas por no haber tomado medidas contra el resto de acusados, Mons. Martínez ha aclarado que no lo hizo porque a mediados de octubre la «presunta víctima» le pidió que detuviese toda actuación para que pudieran actuar las autoridades judiciales. Además, ha comentado que, posteriormente, recibió una providencia del Juzgado en la que se le dijo que no hiciera nada para no interferir en dichas actuaciones judiciales.
Llamó al joven nada más saberlo
Monseñor Martínez ha explicado que se enteró del caso de abusos a mediados de agosto, no por la Santa Sede sino por una carta que el joven denunciante depositó en el arzobispado en la que contaba que había escrito al Pontífice. En ese momento, según ha recordado, llamó al chico y estuvo con él dos horas hablando.
Según ha señalado, cuando la Santa Sede le envió una carta comunicándole que habían recibido una denuncia, él ya había recibido al chico y ya tenía los billetes comprados para viajar al Vaticano lo que le permite «intervenir antes». En cualquier caso, ha precisado que el papa Francisco no habló directamente con él.
En cuanto al hecho de que el joven se dirigiera directamente al Vaticano y no hablara primero con el arzobispo de Granada, Mons. Martínez ha indicado que no hay tiempo de preocuparse de si las cosas se han hecho «mejor o peor» y ha insistido en que «si es que eso ha sucedido, cualquier cosa que pueda hacer una persona que ha sido víctima, ni le «asusta» ni le «preocupa» porque lo que le «duele» es «el hecho».
Sobre el proceso, ha apuntado que el siguiente paso tras «verificar la verosimilitud de la denuncia» es el «juicio formal» en el que, según ha añadido, tiene que haber «todas las garantías y exigencias de defensa para todos y de poder establecer la verdad de los hechos«. Este juicio formal no ha tenido lugar en el ámbito canónico, según ha subrayado, porque recibió antes la indicación de detener sus actuaciones.