(Diócesis de Córdoba/InfoCatólica) Al comenzar la eucaristía, el Obispo de Córdoba, don Demetrio Fernández, le ha dado la bienvenida y le ha presentado la historia del templo catedralicio que este año conmemora su 775 aniversario.
Posteriormente, en la homilía, el cardenal Müller ha expuesto que «cada uno es responsable de sus propios actos» y ha hablado del don de la libertad para elegir nuestro modo de actuar: «incluso en aquellos acontecimientos sobrevenidos como una enfermedad o una desgracia personal nos dejan un margen decisivo de libertad, pues ante ellos, podemos reaccionar con coraje y con desesperación, podemos perder la fe en Jesucristo o purificarla».
A continuación, ha hablado de la mentalidad del hombre posmoderno y ha indicado que muchas veces podemos pensar que «no necesitamos de la misericordia de Dios, ni un cambio importante en nuestras pobres vidas, como aquel que cuando reza no pide la conversión sino la conservación de aquello que configura su vida y la hace fácil». Finalmente ha invitado a no vivir un «cristianismo de rebajas y sin exigencias en la conversión», al mismo tiempo que ha afirmado que «sólo Cristo y su amor son los únicos que pueden hacer más llevadera la cruz de la enfermedad, de la pérdida del trabajo, de la soledad, de la viudedad, de la infidelidad o del fracaso matrimonial».
Palabra de saludo y bienvenida en la Santa Iglesia Catedral de Córdoba de Mons. Demetrio Fernández González, obispo de Córdoba, dirigidas a SU EMINENCIA EL CARDENAL MÜLLER, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en la Santa Misa del domingo 28 de septiembre de 2014
Eminencia Reverendísima:
La diócesis de Córdoba le recibe con gran alegría en esta su Santa Iglesia Catedral, que celebra en estos meses su 775 aniversario como Iglesia principal de la diócesis, Iglesia madre de todas las demás Iglesias, donde se celebra el culto y los sacramentos de la comunidad católica cordobesa.
Fue durante el siglo IX cuando los sucesivos califas de Córdoba edificaron este magnífico templo sobre la antigua basílica visigótica de san Vicente y aprovechando muchos de sus expolia. Es un templo magnífico, único en el mundo, seña de identidad de nuestra ciudad, que se gloría de tener este edificio tan singular y tan atractivo para sus miles de visitantes.
Corría el año 1236, en el que el rey católico Fernando III el Santo entró en la ciudad de Córdoba sin producir sangre. Supo negociar con los líderes musulmanes rendidos, pidiéndoles que no destruyeran la mezquita, a cambio de un rico botín. Accedieron los ocupantes a la propuesta del rey santo y salieron de la ciudad sin dañar este hermoso templo, que al día siguiente fue consagrado como iglesia para el culto católico.
En 1239 fue consagrado en este templo el primer obispo D Lope de Fitero, ocupando la cátedra episcopal, dando a este templo el carácter de Catedral. Celebramos este año el 775 aniversario de aquella efeméride.
«775 años juntos», reza el lema de este aniversario. Sí, para una comunidad religiosa es fundamental tener una casa común, la casa de Dios para el culto y la casa de los hermanos en la fe. Para nuestra comunidad católica es imprescindible tener un templo, en el que celebrar el culto a Dios y reunirnos en comunidad de hermanos. Este templo es por tanto la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, sin perder ninguno de los elementos que constituyeron este templo, sino añadiendo al antiguo otros elementos posteriores que la enriquecen.
Basílica primero, Mezquita después, Catedral ahora desde hace 775 años. Es un lugar precioso, lleno de majestad, impresionante para quien lo visita, y más impresionante aún para quienes celebramos aquí los sagrados misterios de nuestra fe cristiana.
Siéntase en su casa, Señor Cardenal. Le recibimos con gozo y le agradecemos que haya querido aceptar nuestra invitación a visitarnos, para escuchar su palabra autorizada en temas de la fe y la disciplina de la Iglesia, para acompañarle hasta el sepulcro de San Juan de Avila, clericus cordubensis, doctor de la iglesia universal en su Basílica de Montilla, donde celebramos su trienio jubilar, para vivir estos días de comunión eclesial con el Santo Padre el Papa Francisco y quien entre nosotros le representa en estos días, Su Eminencia el Cardenal Prefecto para la Doctrina de la Fe. Bienvenido a su casa.