(Fides/InfoCatólica) «El sentimiento que prevalece es que los bombardeos no van a resolver los problemas, sino que pueden incluso empeorarlos. Aumenta aún más la incertidumbre que todo el mundo vive todos los días. Esa con la que, cada día, los padres y madres de familia se preguntan si todavía es posible permanecer o si la única salvación ahora está en tratar de huir».
Mientras tanto, las escuelas de los distritos de Alepo controlados por el gobierno han vuelto a abrir. Los responsables de las iglesias y comunidades cristianas se reúnen una vez al mes - la próxima reunión será el próximo sábado - para hacer un balance de la situación y encontrar maneras de aliviar el sufrimiento y compartir las dificultades de las personas, «nosotros permanecemos aquí – repite el Arzobispo Marayati - y tratamos de apoyar a todo el mundo para asegurar que se quedan aquí, que no se marchen mientras sea posible. Hay agua sólo dos horas al día, todos los días en nuestros barrios caen misiles de los rebeldes, no hay mucha comida. Muchos se marchan lejos. Pero también hay algunos que han vuelto del Líbano y de la ciudad costera de Latakia, al comenzar la escuela. Nuestra única tarea en esta situación es tratar mantener vivas las semillas de la esperanza que florecen entre los escombros»