(Susan Wills/Aleteia/InfoCatólica) Para ser científico, no parece saber mucho sobre bebés. Existen dos «variedades»: él o ella. No existe «eso», como él escribe en la red social.
Dawkins posteó esta insensible declaración al responder a otro tuit, en que una mujer había afirmado que se enfrentaría a un verdadero dilema ético si estuviera embarazada de un bebé con Síndrome de Down.
El comentario de Dawkins no sorprende. Al final, tiene una larga historia de utilitarismo. El autor de «The God Delusion» [«El espejismo de Dios», en la versión española] concibe el mundo de la siguiente forma:
«En un universo de electrones y genes egoístas, de fuerzas físicas ciegas y de replicación genética, algunas personas se harán daño, otras personas tendrán suerte, y no encontrarás ninguna rima ni razón para ello, ni cualquier tipo de justicia. El universo que observamos tiene precisamente las propiedades que son de esperarse que tenga, partiendo de la premisa de que no existe ningún designio, ningún propósito, ningún mal, ningún bien, nada más allá de indiferencia despiadada».
Para Dawkins, quien encaja esto, intelectualmente y sin piedad, sobrevive y tiene el imperativo moral de pasar por encima del resto. Además de esta visión del mundo, es bueno recordar también que Dawkins apoya el infanticidio, sea por el motivo que sea:
«¿Y en cuanto al infanticidio? Desde un punto de vista estrictamente moral, yo no veo objeción alguna a él. Yo estaría a favor del infanticidio».
Los usuarios de Twitter quedaron horrorizados por el comentario de Dawkins sobre el «imperativo moral» de abortar a niños con Síndrome de Down. Es un comentario que va mucho más allá de defender que las mujeres puedan abortar a un niño deficiente.
Está claro que Dawkins no está solo en esas creencias. Virginia Ironsides, escritora y polemista británica, impactó al público del canal BBC al decir: «Si un bebé nacerá con deficiencia grave o es totalmente indeseado, el aborto es, evidentemente, el acto de una madre amorosa». Y no se detuvo allí: «Si yo fuera la madre de un niño que estuviera sufriendo profundamente, yo sería la primera en querer colocar una almohada sobre su cara. Si yo amara realmente a ese niño, que estuviera en la agonía, yo creo que cualquier buena madre haría eso».
¿Disculpa?
Volvamos a Dawkins. Después del tuit chocante, acabó publicando una petición poco convincente de disculpa:
«Lo que yo dije se desprende lógicamente de la postura pro-derecho a elegir que la mayoría de nosotros, presumo, apoya. Mi fraseología, por falta de tacto, puede haber sido vulnerable al malentendido, pero no puedo dejar de creer que al menos la mitad del problema consiste en el ansia desenfrenada de no entender».
O sea: sus palabras eran «vulnerables al malentendido», pero la culpa es nuestra porque estamos «desenfrenadamente ansiosos por entender mal». ¿Cómo?
El consejo de Richard Dawkins no era tan complicado hasta el punto de que las personas comunes quisieran desenfrenadamente interpretar mal la declaración que él hizo: «Aborte eso e intente de nuevo. Sería inmoral traer eso al mundo si puedes elegir». Es una declaración clarísima.
Respuesta de un científico
La mejor respuesta a este «consejo» vino de una fuente inusitada: de un científico y fan de los libros del propio Dawkins. Este lector confesó que habría estado de acuerdo con el consejo de «abortar eso», en el caso de que lo hubiera leído 18 meses antes. Explica:
«Yo entiendo de forma implícita el punto de vista del Profesor. Lo que el dice sigue teniendo todo el sentido lógico para mí. Su conclusión es natural cuando se aborda el dilema a partir de una perspectiva lógica, usando las informaciones disponibles, con una mentalidad objetiva y (fundamentalmente) con un punto de vista no religioso. Hace 18 meses, yo habría estado de acuerdo.
Pero la llegada de mi hija, que nos sorprendió por tener precisamente esa condición [Síndrome de Down], hizo brillar una luz sobre el abismo de nuestra ignorancia, sin hablar del preconcepto factualmente incorrecto que subyace a esta opinión. Al releer la opinión del Profesor, me quedo horrorizado, ahora, al pensar en lo que yo mismo podría haber hecho si la enfermedad [de mi hija] hubiera sido diagnosticada durante el embarazo [de mi mujer].
Yo sé cuán plenas son nuestras vidas, ahora que tenemos los ojos abiertos. Más que eso: me quedo espantado al ver que todo sigue siendo absolutamente normal, tanto para nosotros como para las demás familias que he conocido.
Sin saber, nuestro bebé ya nos enseñó las lecciones más increíbles de nuestra vida hasta ahora Y no cambiaríamos literalmente nada en nuestra hija, en especial en su perfil genético. Lo que cambió completamente fueron mis ideas sobre lo que sería el éxito en la vida y sobre lo que yo desearía para todos nuestros hijos. Yo siempre llego a la misma conclusión: lo que importa, a fin de cuentas, es la felicidad y la alegría, y yo sé que Rosie tendrá eso en abundancia.
Gracias a ella, yo creo que nosotros estamos en mejores condiciones para lograr el éxito de la hermana y del hermanito que tiene, ahora que nos hemos liberado de la idea de que el éxito en la vida depende de la realización académica, de la carrera y del dinero. Muchas de esas cosas pueden llevar a una persona al fracaso total, aunque sus padres alaben el ‘trabajo bien hecho».
James McCallum, el padre iluminado y orgulloso de Rosie, cuestiona por tanto el punto central de la propuesta eugenésica de Dawkins para «solucionar» la existencia de niños deficientes:
«¿Deberíamos entonces eliminar a los futuros seres humanos que no encajan en la idea de perfección del Profesor, simplemente porque podemos eliminarlos? ¿Si no consigues el bebé perfecto, intenta, intenta e intenta de nuevo? Yo quiero saber quién tendrá la última palabra sobre lo que sería el bebé perfecto.
Irónicamente, Dawkins quiere comenzar a actuar como el Ser que más a menudo descarta: Dios.
Proponer la superioridad genética como el único modo de selección solo mostrará la amplitud monstruosa del oligofrénico malentendido que sustenta la opinión del Profesor. Él ignora la vida deliciosa, feliz, alegre y fecunda que las personas con Síndrome de Down tienen, e ignora los beneficios que aceptarlas proporciona a todos los que viven a su lado».
El mundo es lugar mucho mejor gracias a la bondad y la alegría que las personas con Síndrome de Down nos proporcionan a los demás.
El profesor Dawkins puede no percibir su valor ahora, pero se dará cuenta cuando se encuentre con su despreciado y no reconocido Creador. Hasta ese momento, necesita de nuestras sinceras oraciones por misericordia.