(Diari de Girona/InfoCatólica) Ajustar mejor el perfil de quien debe ser profesor de religión y valorar sus aptitudes mediante un sistema de puntuación. Esto es lo que pretende el Obispado de Gerona con un baremo que se empezó a aplicar desde el pasado septiembre, coincidiendo con el nuevo curso escolar.
El Obispado puntúa la experiencia profesional en actividades relacionadas con la docencia o si ha recibido o impartido catequesis y también valora si el candidato tiene una minusvalía o si puede acreditar una situación familiar desfavorecida.
Hasta ahora los candidatos debían acreditar las titulaciones requeridas, como es una titulación universitaria (grado en magisterio o grados que den acceso a la enseñanza secundaria), el nivel C de catalán y el Diploma Eclesiástico de Competencia Académica (DECA). Para obtener esta última titulación, los profesores deben haber hecho 24 créditos específicos en el caso de primaria y tres cursos de teología en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas para secundaria y bachillerato.
Aumento del número de aspirantes a profesores
Las entrevistas se hacían en función de la fecha de presentación de la documentación. Desde hace dos años, sin embargo, se decidió plantear un nuevo sistema para ajustar mejor el perfil. La medida coincide además con un repunte del número de aspirantes a profesores, que ven una vía para entrar a la docencia sin necesidad de hacer oposiciones. Según explica el delegado episcopal de Enseñanza del Obispado de Gerona, Pere Micaló, hace unos quince años había una lista de espera de como mucho 5 personas pendientes de ser llamadas por el Departamento de Enseñanza a propuesta del Obispado. Actualmente hay una veintena de personas ya seleccionadas con el nuevo sistema de puntuación y se prevé que en dos o tres años puedan empezar a dar clases.
Micaló explica que no creían que fuera correcto valorar cada candidato en función del momento en que había presentado la documentación y que sería mejor marcar un perfil determinado. «Hemos favorecido aquellas personas que han estado o están vinculadas a entidades de la Iglesia o fuera de la Iglesia, que han trabajado con trabajos relacionados con la docencia o que hayan hecho o recibido catequesis, porque consideramos que es un enriquecimiento personal al la hora de transmitir la asignatura de religión», detalla el delegado episcopal de Enseñanza.
Sin entrar en aspectos personales como la fe o el matrimonio
Lo que más puntúa del baremo es la entrevista personal, valorada con 15 puntos. El objetivo principal, según Micaló, es ver cómo es el candidato, como se expresa y su capacitación para el trabajo. Asegura que no preguntan aspectos personales como si es practicante o si está casado, separado o soltero. «No podemos valorar la vida personal porque sus convicciones o circunstancias personales pueden cambiar y porque de lo que se trata es de ofrecer un puesto de trabajo en una escuela pública», añade. Por eso tampoco se pide que haga profesión de fe.
Otra de las novedades respecto al baremo de otras diócesis es que se tienen en cuenta minusvalías reconocidas oficialmente y situaciones familiares desfavorecidas (también hay acreditarlo con documentos de la administración), ambas hasta 5 puntos indistintamente del grado y la situación. Micaló subraya que aunque la cifra puede parecer testimonial lo que pretende es posicionar de forma favorable a aquellas personas que están perfectamente capacitadas y que tienen más necesidad de trabajar que otros candidatos que no sufren los efectos de la crisis.
El delegado episcopal reconoce haber quedado «sorprendido» por la cantidad de personas que durante la entrevista acreditan las dificultades que tienen para llegar a fin de mes y lamenta que en algunos casos no acaben aceptando el trabajo porque no se pueden permitir el desplazamiento hasta la escuela asignada.
El curso 2013-2014 cuenta con un total de 155 profesores de religión en las escuelas gerundenses. La mayoría, 105 son de primaria, y los restantes son de secundaria y bachillerato.