(Salamanca24horas) Entrevista con el nuevo Delegado de Enseñanza en la Diócesis de Salamanca, Rafael Blanco:
–Llevas tan sólo unos meses como Delegado de Enseñanza, ¿cómo está siendo el aterrizaje en la Delegación?
Hemos empezado con muchísima ilusión. Aunque la tarea que don Carlos me encomienda es nueva, no así mi presencia en el medio educativo. La siento como una llamada de Dios en el sentido de «Ensancha el espacio de tu tienda» (Is 54). Me gusta decir que «fui maestro antes que cura»; tal vez ambas vocaciones nacieron juntas. Probablemente se trata de la misma: enseñar el Evangelio. Lo he sido además en la pública, la concertada; el Colegio, el Instituto y también en la Universidad, preparando profesores de Religión.
A pesar del estrés de todo comienzo, estos meses entre visitas a Colegios, entrevistas a profesores, reuniones, encuentros con los de casa y los de otras diócesis… he disfrutado mucho. La verdad es que me siento -a pesar de mis limitaciones- como pez en el agua. Y reconozco que poco a poco voy conociendo un poco más del panorama general de la Educación Católica en Salamanca. Seguiremos en la misma onda, dejándonos sorprender por lo que el Señor nos vaya poniendo en esta realidad «mientras vamos de camino».
–En esta tarea no vas a estar solo sino que cuentas con un buen equipo. Esto es una de las novedades de la Delegación, ¿no?
Se trata de una de las cosas bonitas de esta nueva tarea: el equipo. Así lo propone el nuevo Reglamento que el Obispo nos da. Me acompañan cuatro personas que conocen mucho más que yo el mundo de la enseñanza. Mercedes Conde, directora del Colegio de Trinitarias; Marisa Mateos, del Centro juvenil de Salesianos María Auxiliadora y madre de familia; Justo Mira, veterano profesor de Religión, ahora en Alba de Tormes; y Eloy Marqués, Coordinador de pastoral del Colegio de Escolapios. Gente joven, lúcida y con muchas ganas de hacer cosas en la «Pastoral de conjunto» del mundo de la enseñanza. Ciertamente diez ojos ven más que dos.
–¿Cuál es el mayor reto al que se enfrenta la Delegación diocesana de Enseñanza en esta nueva etapa?
El de crear cauces de comunión y coordinación entre todos los agentes e instituciones que trabajamos en este campo de la evangelización. Hay muchas inercias negativas entre nosotros. Y a veces se trabaja «por la pura inercia de la supervivencia», en todos los sentidos. Hay también muchos prejuicios mutuos. Probablemente el primer ejercicio que tengamos que hacer todos es el de pensar que los otros «tampoco lo hacen tan mal». Que si vamos juntos podemos más y es más convincente nuestro testimonio.
La única forma de afrontar la «emergencia educativa» en Europa, de la que advertía Benedicto XVI, es «codo con codo». Discerniendo juntos, programando juntos, actuando juntos. Ese es el modelo que tenemos en las primeras comunidades cristianas. Ojalá aprendiéramos siempre y en todo de la experiencia de los comienzos, de la «alegría del evangelio» de los primeros.
–Con 26 colegios concertados en Salamanca, ¿no cabría esperar otros resultados a nivel pastoral? ¿Qué crees que falla a la hora de impartir la asignatura de Religión?
Ciertamente no se producen los frutos esperados. El ambiente hace bastante impermeable al chaval, la verdad. Ambiente creado particularmente por los Medios de Comunicación. Pero también probablemente porque en conjunto, a mi humilde entender, andamos un poco perdidos.
Sigue existiendo un grave problema de falta de identidad cristiana en la Escuela Católica. Formamos grandes técnicos, sí, pero menos «honrados ciudadanos», y casi nada «buenos cristianos», anotando que el lugar propio de la catequesis y los sacramentos es la parroquia. Siendo sincero, me encuentro un poco perplejo ante la imagen de caos que ofrecemos a los padres. Tal vez deberíamos aprender de la Liturgia: «cada uno debe hacer todo y sólo lo que le corresponde».
–¿Qué ofreces y qué les pides, como Delegado de Enseñanza, a los profesores de Religión de Salamanca?
Todo nuestro apoyo y colaboración. Estamos a su servicio. Vamos a trabajar a todos los niveles para que se cumpla el derecho constitucional que asiste a los padres en torno a la educación religiosa de sus hijos según sus propias convicciones (Art. 27, 3). Pero quien mejor lo defiende es el propio profesor. Con la calidad de sus clases, que no son «sólo videos», ni sólo «doctrina sin pedagogía». Con su compromiso con el medio educativo. Suelen ser, por ejemplo, los que realizan las actividades de solidaridad, tan necesarias y oportunas en la educación de niños y jóvenes. Con su testimonio ante las familias. Una clase de Religión digna será siempre respetada por todos y solicitada por los padres. Se me ocurre un lema de trabajo para todos, empezando por el equipo de la Delegación: «Creer, crecer, crear».
–Y por último, ¿qué piensas de la Ley Wert?
Ley controvertida, sin duda. Parece que valora la clase de Religión: la sitúa mejor frente a su alternativa. Pero hay miedo a nuevos recortes de horario. Las leyes educativas españolas adolecen todas de falta de consenso social, de perspectiva histórica y de mirada amplia a la heterogénea realidad de la educación en España hoy.