(Notimex/infoCatólica) «Este administrador es el ejemplo de la mundanidad. Algunos de ustedes podrá decir: Pero ¡este hombre hizo aquello que hacen todos! ¡Todos, no!», dijo.
«Algunos administradores de empresas, administradores públicos, algunos administradores del gobierno. Quizás no son tantos, pero es aquella actitud del camino más breve, más cómoda para ganarse la vida», agregó.
Criticó la «costumbre de la mordida», a la cual calificó de mundana y «fuertemente pecadora». Advirtió que se trata de una actitud que no viene de Dios, porque él mandó sólo a llevar el pan a casa con nuestro trabajo honesto.
Según el Papa, ese administrador deshonesto llevaba la comida a su casa pero, en realidad, daba de comer a sus hijos pan sucio.
Pierden su dignidad
«Y sus hijos, quizás educados en colegios costosos, quizás crecidos en ambientes cultos, habían recibido de su papá, como comida, porquería, porque su papá, llevando pan sucio a la casa, ¡había perdido la dignidad! Esto es un pecado grave», precisó.
Advirtió que primero se comienza en la corrupción con un pequeño sobre, pero después se convierte en una droga y la costumbre de la mordida se vuelve una dependencia.
Astucia cristiana
Sostuvo que si existe una «astucia mundana», existe también una «astucia cristiana» de hacer las cosas, no con el espíritu del mundo sino honestamente.
Por eso pidió a todos rezar por tantos niños y jóvenes que reciben de sus padres el «pan sucio». «(Ellos) también estos están hambrientos, ¡hambrientos de dignidad!», insistió.
Invocó al Señor para que cambie el corazón de estos «devotos de la diosa mordida» y se den cuenta que la dignidad viene del trabajo digno, del trabajo honesto, del trabajo de cada día y no de los caminos más fáciles que a final quitan todo.
«Esta pobre gente que ha perdido la dignidad en la práctica de la mordida solamente lleva con sí no el dinero que ha ganado, sino la falta de dignidad», estableció.