(Aleteia/InfoCatólica) En un artículo intitulado «En riesgo la estructura intermedia de la Iglesia», el director de la revista Vida Nueva de México, Felipe de Jesús Monroy escribió que «desde hace casi una década, la violencia en México –además de cobrar víctimas–clausura proyectos y entre ellos está el del Seminario de Apatzingán, Michoacán, iniciado en 1996, y que se vio orillado a cerrar bajo el asedio de la incertidumbre».
De cierto modo, continuó diciendo Monroy, algo de esto ya había adelantado el obispo local, monseñor Miguel Patiño Velázquez, en semanas pasadas al reconocer que la diócesis sufría el acoso del crimen.
Monseñor Patiño Velázquez había reconocido que el sentido de indefensión «se hace desesperación, rabia y miedo a causa de la impunidad en la que obran los delincuentes, a causa de la misma ineficacia y la debilidad de las autoridades, pero sobre todo de la complicidad (forzada o voluntaria) que se da entre algunas autoridades y la delincuencia organizada; hecho que a muchos consta y del que nada se puede decir por obvias razones».
El obispo de Apatzingán había dicho que la población está «de rodillas» ante esta situación y aseguró que hay un «desamparo total en que se encuentran esos pueblos, ante la debilidad, la ineficacia, la complicidad y hasta el descarado abandono de la población por las autoridades gubernamentales en las garras de la delincuencia organizada».
Monseñor Patiño Velázquez, hace apenas un par de meses, había compartido una propuesta por hacer desde la Iglesia: la resistencia pacífica. «Nunca se ha de rendir la mente y el corazón a estas lacras deshumanizantes. No se puede aceptar vivir como normal en una situación de violencia y abuso. No se debe permitir que el engaño y la mentira crezcan llegando a tomar como verdad lo que es mentira, lo que es justicia y libertad con lo que es abuso prepotente y sometimiento al poder violento del crimen; nunca se ha de confundir los valores con los antivalores, la paz de los sepulcros con la paz de la justicia y la verdad… Esta actitud interna es una postura de resistencia pacífica que debe ser comunicada, contagiada, sobre todo a jóvenes y niños», dijo el titular de la diócesis de Apatzingán en un vibrante comunicado.
Incomunicación e inseguridad
Monroy apostilla este comunicado diciendo que esta resistencia pacífica «al menos, no podrá ya realizarse desde el Seminario local». Los jóvenes que se formaban para sacerdotes en el lugar fueron trasladados a Zamora, en donde continuaran sus estudios.
«Por problemas de incomunicación y de inseguridad cerró; es una situación muy lamentable que el seminario que estaba funcionado en Apatzingán haya tenido que cerrar, pero Zamora le abrió las puertas y ahora se tiene esta opción», comentó monseñor Suárez Inda
El arzobispo de Morelia dijo que hasta el momento Apatzingán es la única archidiócesis que ha tenido consecuencias producto de la inseguridad que se vive en Michoacán, cuya capital política es Morelia.
La determinación de cerrar el Seminario de Apatzingán se dio tras los constantes bloqueos carreteros que se dan y el ambiente de inseguridad que priva en la zona y que hacían poner en riesgo a los seminaristas y a los formadores.