(Diogo Ximenes/InfoCatólica)«Pidamos, por la intercesión materna de Maria, la luz del Espíritu Santo para el camino que nos llevará a esta nueva etapa de gozosa celebración de la fe y del amor de Cristo», dijo en medio de una ola de aplausos.
Cracovia es considerada en muchos sentidos tierra de Juan Pablo II porque, aunque nació en Wadowice, se mudó a los 18 años a Cracovia con su padre y allí vivió su juventud bajo el régimen nazista, allí se desarrolló su vocación, allí ingresó en su seminario diocesano clandestino, allí desarrollo su sacerdocio bajo el régimen comunista y después fue su arzobispo.
Cracovia está a 50 kilómetros de Wadowice, por lo que con certeza la figura del beato idealizador de las jornadas - quizá canonizado ya para entonces - tendrá un peso significativo en esa edición del evento.
Poco antes de iniciar el rezo del Ángelus, colocó a María - tan cara en la espiritualidad de Juan Pablo II cuanto en la de Francisco - como modelo de la juventud que dice sí a Cristo y se «pone a camino» para servir a su prójimo.
Y dijo: «No tengan nunca miedo de ser generosos con Cristo. ¡Vale la pena! Salgan y vayan con valentía y generosidad, para que todos los hombres y mujeres encuentren al Señor».
«En estos días, Jesús les ha repetido con insistencia la invitación a ser sus discípulos misioneros; han escuchado la voz del Buen Pastor que les ha llamado por su nombre y han reconocido la voz que les llamaba. ¿No es verdad que, en esta voz que ha resonado en sus corazones, han sentido la ternura del amor de Dios? ¿Han percibido la belleza de seguir a Cristo, juntos, en la Iglesia?», explicó.
Recordó que María respondió al llamado de Dios con generosidad, colocándose inmediatamente «a camino, salió de su casa y fue rápidamente a ayudar a su pariente Isabel, que tenía necesidad de ayuda.»
Finalmente, el Papa invitó a los jóvenes a realizar con generosidad y diligencia un gesto concreto de amor y de servicio al regresar a sus hogares y tierras de origen teniendo como modelo a María, Madre del Señor.