(News.va/InfoCatólica) El Papa afirmó que las Sagradas Escrituras son el testimonio en forma escrita de la Palabra divina, el memorial canónico que atestigua el evento de la Revelación, razón por la cual la Palabra de Dios, «precede y excede la Biblia». De ahí que nuestra fe «no tiene en el centro sólo un libro, sino una historia de salvación y, sobre todo, a una Persona, Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne».
Y precisamente porque el horizonte de la Palabra divina abraza y se extiende más allá de la Escritura, el Papa afirmó que para comprenderla adecuadamente, es necesaria la constante presencia del Espíritu Santo que «guía toda la verdad» (Jn 16, 13). Es necesario colocarse en la corriente de la gran Tradición que, bajo la asistencia del Espíritu Santo y la guía del Magisterio, ha reconocido los escritos canónicos como Palabra que Dios dirige a su pueblo y jamás ha dejado de meditarlos y de descubrir sus inagotables riquezas, tal como lo reafirmó el Concilio Vaticano II en la Constitución dogmática Dei Verbum.
Tras recordar que existe una unidad inseparable entre la Sagrada Escritura y la Tradición, porque ambas provienen de una misma fuente, el Papa explicó que de ahí se desprende que «el exégeta debe estar atento a percibir la Palabra de Dios presente en los textos bíblicos colocándolo dentro de la misma fe de la Iglesia».
Correcta interpretación de la Escrittura
La interpretación de las Sagradas Escrituras no puede ser sólo un esfuerzo científico individual, sino que debe ser siempre confrontada, insertada y autentificada por la tradición viva de la Iglesia. Esta norma es decisiva para precisar la correcta y recíproca relación entre la exégesis y el Magisterio de la Iglesia. Los textos inspirados por Dios han sido confiados a la Comunidad de los creyentes, a la Iglesia de Cristo, para alimentar la fe y guiar la vida de la caridad. El respeto de esta naturaleza profunda de las Escrituras condiciona la misma validez y la eficacia de la hermenéutica bíblica. Esto comporta la insuficiencia de toda interpretación subjetiva o sencillamente limitada a un análisis incapaz de acoger en sí ese sentido global que en el curso de los siglos ha constituido la Tradición del entero Pueblo de Dios.
El Papa Francisco concluyó con estas palabras:
Queridos Hermanos, deseo concluir mi intervención formulando a todos ustedes mi agradecimiento y animándolos en su valioso trabajo. Que el Señor Jesucristo, Verbo de Dios encarnado y divino Maestro que ha abierto la mente y el corazón de sus discípulos a la inteligencia de las Escrituras (Cfr. Lc 24, 45), guíe y sostenga siempre su actividad. Que la Virgen María, modelo de docilidad y obediencia a la Palabra de Dios, les enseñe a acoger plenamente la riqueza inagotable de la Sagrada Escritura no sólo a través de la investigación intelectual, sino en la oración y en toda su vida de creyentes, sobre todo en este Año de la fe, a fin de que su trabajo contribuya a hacer resplandecer la luz de la Sagrada Escritura en el corazón de los fieles. Deseándoles una fructuosa continuación de sus actividades, invoco sobre ustedes la luz del Espíritu Santo e imparto a todos mi Bendición Apostólica.