(Ecclesia/InfoCatólica) En su primer Jueves Santo como Pontífice, Francisco ha querido seguir también esta tradición visitando este reformatorio romano. De modo que con esta celebración de Casal del Marmo, el Papa Francisco ha proseguido esta costumbre, que se desarrolló en un contexto de gran sencillez, mientras las demás celebraciones de Semana Santa, tal como les hemos informado oportunamente, tendrán lugar según el uso habitual.
En su homilía, el Pontífice recordó que Jesús lavó los pies a sus discípulos. Y añadió que «Pedro no lo comprendía, pero Jesús explicó su gesto. Dios ha hecho esto y explica a sus discípulos que deben seguir su ejemplo. Si el Señor, el Maestro ha lavado los pies a sus discípulos – dijo el Papa – también vosotros deberíais hacer lo mismo. Es el ejemplo del Señor. Entre nosotros el que es más alto debe estar al servicio de los demás. Y éste es un signo: lavar los pies quiere decir: yo estoy a tu servicio. Debemos ayudarnos – afirmó Francisco –. Ayudarnos recíprocamente: esto es lo que Jesús nos enseña. Y esto es lo que yo hago. Y lo hago de corazón – dijo el Papa – porque es mi deber como sacerdote y como obispo. Es un deber – añadió – que me viene del corazón. Me gusta hacerlo – explicó – porque el Señor así me lo ha enseñado».
«A veces – dijo Francisco – me enojé con uno o con otro. ¡Olvídalo! Y si te piden un favor, hazlo. Esto es lo que Jesús nos enseña y lo que hago yo. Pero también vosotros – observó – ayudáos siempre y así, ayudándonos nos hacemos el bien. Que cada uno de nosotros piense: ¿estoy dispuesto a servir, estoy dispuesto a ayudar al otro? Este signo es una caricia de Jesús que ha venido precisamente para esto, para servir, para ayudarnos».
Al respecto cabe destacar que también el Papa Benedicto XVI visitó este Instituto de Casal del Marmo el 18 de marzo de 2007, donde celebró la Misa en la Capilla del «Padre Misericordioso».
Ha sido grande la expectativa de los menores que se encuentran detenidos, unos cincuenta, de los cuales once son chicas.
Homilía del Papa Francisco en la misa «in cœna Domini», celebrada en el correccional de Casal del Marmo (Roma) (28-3-2013)
Esto es conmovedor: Jesús que lava los pies a sus discípulos. Pedro no entendía nada, se negaba. Pero Jesús le explicó. ¡Jesús –Dios– hizo esto! Y él mismo explica a los discípulos: «Comprendéis lo que he hecho por vosotros?. Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Jn 13, 12-15). Es el ejemplo del Señor: él es el más importante y lava los pies, porque, entre nosotros, el que está más alto debe estar al servicio de los demás.
Y esto es un símbolo, es un signo, ¿no? Lavar los pies significa: «Yo estoy a tu servicio». Y nosotros también, entre nosotros, no es que tengamos que lavarnos los pies todos los días uno a otro, pero ¿qué significa esto? Que debemos ayudarnos uno a otro. A veces me he enfadado con uno, con otra… pero… olvídate, olvídate, y si te pide un favor, házselo. Ayudarnos uno a otro: esto nos enseña Jesús y esto es lo que hago, y lo hago de corazón, porque es mi deber. Como cura y como obispo tengo que estar a vuestro servicio.
Pero es un deber que me surge del corazón: me gusta. Me gusta esto y me gusta hacerlo porque el Señor me lo ha enseñado así. Pero vosotros también, ayudadnos: ayudadnos siempre. Uno a otro. Y así. ayudándonos, nos haremos el bien. Ahora haremos esta ceremonia de lavarnos los pies, y pensemos, que cada uno de nosotros piense: «¿De verdad estoy dispuesta, estoy dispuesto, a servir, a ayudar al otro?». Pensemos en esto, tan solo. Y pensemos que este signo es una caricia de Jesús, una caricia que da Jesús, porque Jesús vino precisamente para esto: para servir, para ayudarnos.