(Luis F. Pérez/InfoCatólica) «Está claro», aseveró el Santo Padre, «que Jesús no tiene ninguna ambición política. Tras la multiplicación de los panes, la gente, entusiasmada por el milagro, quería hacerlo rey, para derrocar el poder romano y establecer así un nuevo reino político, que sería considerado como el reino de Dios tan esperado».
El Papa recordó que «el reino de Dios es un reino completamente distinto a los de la tierra». «Y -añadió- es esta la razón de que un hombre de poder como Pilato se quede sorprendido delante de un hombre indefenso, frágil y humillado, como Jesús; sorprendido porque siente hablar de un reino, de servidores».
A los nuevos cardenales Benedicto XVI les explicó que su responsabilidad es «dar testimonio del reino de Dios, de la verdad. Esto significa resaltar siempre la prioridad de Dios y su voluntad frente a los intereses del mundo y sus potencias».